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Unos días fantásticos y la GRAN FIGURA de tres torneos, todo empezó con el Campeonato Nacional de Atletismo de Mayores 2019 que se desarrolló del 26 al 28 de abril en Lima y en el que Marco obtuvo medallas de oro en 400 mt, 800 mt y en postas 4x400.
Luego vino el Grand Prix Sudamericano Pedro Gálvez Velarde 2019, que se desarrolló el 4 de mayo en Lima. Con el tiempo de 1min48s60c, Marco envió a los archivos los registros juveniles y Sub 23 de los 800 metros planos y ganó la Medalla de Oro, además es la segunda mejor marca en la historia de los 800 metros en el Perú, tras el récord nacional vigente en poder del desaparecido David Torrence.
Así informó la Federación Deportiva Peruana de Atletismo:
Con esta marca, logró la clasificación para los Juegos Panamericanos Lima 2019.
Así informó la Revista Atletismo Peruano:
Y finalmente participó en el Campeonato Nacional de Atletismo U20, que se desarrolló del 10 al 12 de mayo en Trujillo y en el que Marco fue la gran figura .
Obtuvo la medalla de oro en 400 mt planos rompiendo el record nacional U20, estableciendo una nueva marca de 46.95.
Además ganó medalla de oro en 800 y en 200 mt planos.
Marco Antonio Vilca Gonzales a sus 18 años es un orgullo para nuestro país, para Arequipa y sobre todo para nuestro querido Colegio San José, del cual Marco es Antiguo Alumno, promoción Francisco Gárate 2017.
Nuestras felicitaciones para Marquito, para su entrenador Julio Sebastian Perez Rizo y para su familia.
Así informaron la Federación Peruana de Atletismo, la Confederación Sudamericana de Atletismo y la revista Atletismo Peruano:
Próximo campeonato: Campeonato Sudamericano de la categoría Mayores que se realizará del 24 al 26 de mayo en el Estadio Atlético de la VIDENA en la que Marco participará en 400 y 800 mt.
Hoy es la fiesta de la madurez cristiana porque Jesús, al volver al cielo, nos encomienda a nosotros la tarea de seguir su obra. Todos los cristianos somos “servidores de la misión de Jesús”. El confía en nosotros, y nos da su Espíritu para poder realizar lo que nos pide. Los apóstoles sin el Espíritu no eran nada. Pero con la fuerza de Cristo y su colaboración generosa fueron capaces de evangelizar su mundo. Cristo al morir se une inmediatamente al Padre. Llamamos “ascensión del Señor” a su última aparición, tal como nos la cuenta Lucas en la primera lectura.
Mensaje del Papa Francisco a los EXAlumnos de la Compañía de Jesús en Latinoamérica con motivo del XVI Congreso Latinoamericano de las ASIAs
Guayaquil, 11 de noviembre de 2015
«Queridos hermanos: Recibí esta carta del Padre Gilberto Freire; me pide un mensaje para este XVI Congreso Latinoamericano de exalumnos de la Compañía de Jesús que se va a desarrollar en Guayaquil, la querida Guayaquil, del 11 al 13 de noviembre del presente año. Y me mandan algunas preguntas. Yo pensé… hablar a los ex alumnos jesuitas, me da la oportunidad de decir qué es lo que espera, el Papa, la Compañía de Jesús, la Iglesia; de un hombre o de una mujer que estudió en un colegio jesuita o una universidad jesuita.
¿Qué espera? ¿Cómo tiene que ser el perfil? Cuando a mí se me presenta alguien y me dice: “Yo estudié con los jesuitas”, le pregunto: “¿Tenés el virus adentro o no, o ya lo perdiste? Es decir, cuál es el perfil de alguien que se dejó formar por la Compañía de Jesús y qué es lo que tiene que dar al mundo ahora. ¿Cómo tiene que actuar? Y dándole vuelta a la cosa, fui a la fuente, a los Ejercicios y les quiero proponer para inspiración del modo de actuar de ustedes, la Contemplación de la Encarnación: el número 101 de los Ejercicios en adelante. Sí, por ahí alguno de ustedes está pensando: “Uh, este nos viene a hacer una prédica”. Les vengo a decir lo que yo creo que tiene que ser cada uno de ustedes y deseo que lo logren ¡eh!, porque mi intención es acompañarlos en esta celebración y ayudarlos.
El jesuita y por lo tanto aquel que estudió con el jesuita tiene como su herencia; tiene que estar en tensión, continuamente en tensión. En tensión entre el cielo, la tierra y él. No puede esconder la cabeza, como hace el avestruz, de la realidad de la tierra. No puede hacerse un mundo aislado con una religiosidad “light” frente a la realidad de Dios. Y no puede vender su conciencia a la mundanidad. O sea, son tensiones, ¿cómo estoy yo frente a Dios?, ¿cómo estoy frente al mundo?, ¿cómo estoy frente al espíritu mundano que se me propone a cada rato? Entonces si ustedes responden a esas tres preguntas, podrán calibrar hasta qué punto la formación que recibieron de la Compañía de Jesús entró o hasta qué punto la tienen guardada en un armario. Hay que sacarla, o sería muy triste si ya ni se acuerdan. Me parece que como sacerdote, como Obispo, como jesuita, es el mejor aporte que les puedo dar a ustedes en este XVI Congreso de la Compañía.
San Ignacio, en la Meditación de la Encarnación nos pone en tensión en tres cosas: Por un lado, nos hace mirar al cielo: las tres Divinas personas. Por otro lado, nos hace mirar la Tierra: la gente, los hombres, los países, las situaciones. Y por otro lado, nos hace mirar una persona: en este caso María la casa de Nazaret, esa persona hoy es cada uno de ustedes. Y dice así:
“Traer la cosa que tengo que contemplar”. ¿Y cuál es la cosa? Cómo las tres personas divinas miraban toda la planicie, la redondez de todo el mundo llena de hombres. O sea Dios mirando a los hombres y como viendo que todos descendían al infierno, es decir, vivían paganamente, se determina en su eternidad que el Hijo se haga hombre para salvarlos. Después continúa… y ver el lugar, ver la gran capacidad y redondez del mundo, en la cual están tantas y tan diversas gentes. Asimismo, ver también qué hace esta gente. Las unas y las otras. En tanta diversidad, así en trajes como en gestos, unos blancos y otros negros, unos en paz otros en guerra, unos llorando, otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo; o sea mirar la realidad como es. Esto lo segundo. Y lo tercero, mirar la casa de Nuestra Señora en Nazaret. ¿Y qué hace Dios? ¿Y qué hacen los hombres?
Y Dios decide enviar a su Hijo a salvar. Los hombres reciben la salvación para ser salvados de la ceguedad y las tragedias. Y la Virgen dice que sí. Es curioso como, cuando describe lo que hablan las personas: mirar cómo hablan unos con otros, como juran, blasfeman, como se pelean, como lo que dicen… Y esto es lo que me inspira hablarles. La Iglesia a ustedes ex alumnos jesuitas los quiere en tensión. En tensión entre la fe que profesan, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; que envía a su Hijo al mundo, y esa fe en tensión con lo que está pasando hoy en el mundo. Esto es un Congreso americano, ¿qué pasa en Latinoamérica?, ¿cuántos chicos no van a la escuela?, porque no pueden, ¿cuántos chicos no tienen alimentación suficiente?, ¿cuántos chicos no tienen salud?
Tres cosas: atención sanitaria, alimentación, educación. Piensen eso. Piensen las “tragedias humanas”, no quiero decir las palabras “tragedias sociales”… sino humanas, porque cada persona es templo de la trinidad. Piensen en las tragedias humanas que están pasando en Latinoamérica. A mí me impresiona mucha en Buenos Aires, una zona de la orilla del Río. Había 36 restaurantes seguidos. Al que iba a cenar ahí le cortaban la cabeza, le hacían pagar una barbaridad. Estaban normalmente llenos. Terminado eso, había una estación ferroviaria y empezaba enseguida una “villa miseria”, una “chabola”, una “favela”. Y de este lado lo mismo.
Que esa figura les haga ver la tragedia que trae hoy día la falta de justicia, la falta de equidad. Y la gente que estaba comiendo allí, mucha era cristiana, mucha creía en Jesucristo y se profesaba católica, y quizás habrían estudiado en colegios católicos, bueno es un ejemplo. Si vos tenés dentro tuyo el “virus jesuítico”, tenés que mirar qué le decís a Dios cuando ves esta desigualdad, qué le decís a Dios cuando ves la explotación de los chicos del trabajo, la explotación de la gente, qué le decís a Dios cuando ves que no se cuida la tierra y que para sembrar y sembrar se desforesta la tierra, y eso hace daño a la gente; qué le decís a Dios cuando compañías mineras usan el cianuro, el arsénico para extraer el mineral y eso atenta a la salud de tanta gente, de tantos chicos, de tantos adultos.
Esto que San Ignacio nos dice: “Mirar como miraba a Dios la faz de la tierra, mirar a todos los hombre, unos naciendo, otros muriendo, otros llorando otros riendo; la realidad… ¿cómo es tu relación con la realidad?, o de otra manera ¿cómo trascendés de vos mismo?, ¿sos un cerrado en vos mismo?, ¿vos te la imaginás a la Virgen cerrando la puerta para no recibir el llamado de Dios? No podés imaginartela así. Pero si sos cristiano, hacé lo que hizo ella. ¿Cómo mirás a los hombres?, ¿con qué mirada? La mirada de tu comodidad, de tu tranquilidad, del que no quiere problemas, o la mirada de tu bolsillo y ¿cómo mirás a Dios?, ¿cara a cara?, ¿persona a persona?, ¿a quién le hablás? A un “Dios spray”, difuso… o le hablás al Padre que es tu Padre, o le hablás al Hijo que es tu Hijo o le hablás al Espíritu Santo que recibiste en el Bautismo. Bueno así los quiero a ustedes, en tensión. Y la verdad siempre se da en tensión, la verdad no está quieta, no está cristalizada, es tensionante, te lleva a actuar, te lleva a cambiar, te lleva a hacer, te lleva a imitar a Dios creador, redentor, santificador; te lleva a ser humano.
¿Estás en tensión?, o estás tranquilo, cómodo... “y no quiero problemas”.
En este Congreso, les deseo que se hagan esta pregunta… ¿cómo vivo yo como ex alumno de la Compañía de Jesús esto que San Ignacio nos hace ver en el Misterio de la Encarnación?, ¿cómo vivo?, ¿estoy en tensión o no me importa nada?
Bueno esto es lo que a mí se me ocurre proponerles, les deseo que pasen un buen Congreso. Guayaquil es linda, una ciudad que quiero; que sea fructuoso el Congreso. Fructuoso, concreto para el corazón de cada uno de ustedes, para la gente con la que trabajan ustedes y para Dios con Ustedes; ¿cómo lo meten a Dios en la familia de ustedes? Le pido al Señor que los bendiga, a la Virgen que los cuide y si lo ven al Padre Paquito denle un abrazo de mi parte.
Que Dios los bendiga».
(Transcripción: jesuita Guillermo Ortiz
En un ambiente digno de una final y con una barra cantando y alentando desde el inicio y hasta el fin del partido, San José se coronó campeón de la Liga Distrital de Fútbol de Yanahuara y con ello sumamos nuestra cuarta estrella.
El partido terminó empatado a cero con la Salle, pero ello fue suficiente para campeonar este 2019.
Lamentablemente uno de nuestros jugadores Josué Rodriguez salió lesionado, desde aquí le deseamos una pronta y total recuperación para volver totalmente recargado al equipo.
La tabla final de posiciones de la Liga de Yanahuara quedó así:
El equipo CAMPEÓN estuvo integrado por:
Jugadores:
Alcázar Fernandez Sebastian Pedro
Arce Castro Marco Antonio
Bazan Candiotti Jose Luis
Bustamante Murguia Lucio Renato
Carpio Perez Percy Cristhian
Carrera Cáceres Fernando Alonso
Carrera Cáceres Rodrigo
Gamero Salas Leonidas Renato
Gonzales Toro Mauricio
Guillen Estremadoyro Diego Alonso
Gutierrez Gamero Gonzalo José
Hurtado Neira Julio Guillermo
Lazo Jimenez Diego Alonso
Luna Ibárcena Miguel Angel
Martinez Aguilar Andrés Alberto
Meza Perochena Fabrizio Sebastian
Moscoso Rodriguez Sebastian Jesus
Obrien Ramos James Junior
Ocharan Pinto Abraham
Quiroz Bejarano Luis Joaquin
Rodriguez Polar Santiago
Rodriguez Salas Josue Fabricio
Rodriguez Torres Diego Giancarlo
Rojas Chávez Hugo André
Rondón Ramos Fernando Moisés
Sebastiani Bedoya José Carlos
Torres Del Carpio Melvin Andre
Valdivia Llerena Firo Daniel
Vega Medina Daniel Sebastian
Vizcarra Ponce Jesús Eduardo
Zapana Sanz Renzo Gabriel
Comando Técnico:
Christian Vildoso
Héctor Arenas
Directiva presidida por Juan Antonio Córdova Bolaños
Carpio Perez Percy Cristian
Monroy Bueno Oscar
Méndez Sanchez Miguel
Nuestro reconocimiento, agradecimiento y felicitación para todos ellos.
Hemos clasificado a la Etapa Provincial de la Copa Perú e integra la Serie A conformada además por:
Atlético Universidad -Campeón del Cercado
White Star - Sub Campeón del Cercado
Huracán - Campeón del año pasado
Fusión Américas - Campeón Alto Selva Alegre
Do Brasil - Sub Campeón de Alto Selva Alegre
San José - Campeón de Yanahuara
La Salle - Sub Campeón de Yanahuara
San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales nos recuerda que “el amor se debe poner más en las obras que en las palabras”, lo que equivale al conocido refrán: “obras son amores, y no buenas razones”. Por eso debemos pedirle constantemente al Señor que nos dé su Espíritu, que es “el Espíritu de la Verdad”, para que haya coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, pues decir y no hacer equivale a vivir en la mentira.
Celebramos el día de la madre. Su amor es el más puro reflejo del amor de Dios. Hoy me quiero fijar en el hecho de que entre las muchas cosas que debemos a nuestras mamás está el que nos hayan transmitido la fe en Jesús. Ellas han sido las primeras y mejores evangelizadoras que hemos tenido. ¿Quién no ha aprendido a rezar en los brazos de su mamá?. ¿Quién nos llevaba a misa?, ¿quién rezaba con nosotros por la noche antes de dormir?
Ser cristiano es tener una relación personal de amor con Jesús. Vivir unidos a El a lo largo del día, recordarle al despertar, darle gracias al finalizar el día. Dormir en sus brazos y en su corazón. Y a lo largo de la jornada en la que tenemos que tomar decisiones y nos relacionamos con los demás pensar: ¿qué haría Jesús en mi lugar?.
El camino de Emaús es el itinerario de todo cristiano siempre y de manera especial ahora en las circunstancias que estamos viviendo. Dos discípulos salieron de Jerusalén totalmente deprimidos y desengañados. Era verdad que algunos de sus amigos decían que Jesús había resucitado, pero ellos no lo habían visto. Jesús camina a su lado pero no lo reconocen, no porque estuviera disfrazado, sino porque no tenían ni fe ni esperanza.
La primera lectura nos presenta a la comunidad cristiana primitiva profundamente unida. Compartían todo. La oración, la vida y también los bienes económicos. Vendía sus posesiones y ponían la plata al servicio de todos. Por eso eran la admiración de la gente y más personas querían ser cristianos. Estas primitivas comunidades quedan siempre como modelo de vida cristiana. Para vivir la fe en plenitud necesitamos una comunidad, un grupo, donde pueda compartirse. Hoy en la Iglesia tenemos una gran cantidad de grupos, movimientos apostólicos de laicos y comunidades a las que nos podemos integrar. Un cristiano que quiere vivir su fe sólo es como una persona coja que quisiera correr. Le falta algo muy importante.
Podemos leer el evangelio de hoy desde nuestra situación actual, encerrados en casa, con miedo por lo que nos pueda pasar y por cómo será el mundo cuando acabe la pandemia.
¡Cristo ha resucitado!, ¡Vive para siempre!. Esta afirmación es el centro y la base de nuestra fe. No seguimos a alguien que está muerto, seguimos a alguien que vive. No se puede confundir la resurrección con la revivificación de un cadáver. Jesús no revivió sino que resucitó. Revivir es volver a la vida que se tenía antes de la muerte como le ocurrió a Lázaro. Resucitar es entrar en la vida nueva de Dios. No es volver hacia atrás, es avanzar hacia delante. Por eso Jesús ya no sufre ni vuelve a morir.
San Ignacio tiene un modo genuino de presentar la pasión en sus Ejercicios Espirituales. A diferencia de otras formas también legítimas de considerarla, prefiere imitar la sobriedad de los evangelistas, evitando toda complacencia dolorista en la sangre, los latigazos o las torturas. Convencido de que lo verdaderamente importante de la pasión no es el impacto emotivo producido por los aspectos cruentos, evita centrarse en ellos. En lugar de eso, su punto de mira es el amor y la fidelidad de Jesús hasta la muerte.
En este Jueves Santo les ofrezco una meditación sobre la Eucaristía. Tenemos una visión muy individualista e intimista de este misterio central de nuestra fe y eso ha tenido consecuencias fatales en la vida de la Iglesia. Para muchos cristianos el hecho de comulgar no les compromete a trabajar por la justicia y la solidaridad. Comulgar para ellos es un acto de piedad privada. “Yo recibo al Señor” y punto. Para evitarlo es necesario comprender la Eucaristía a la luz de toda la vida de Jesús, desde su practica y desde el sentido que El le dio a su vida y su muerte. Las tres fuentes de la Eucaristía son: las comidas del Jesús histórico, la última cena y las comidas del Señor Resucitado con sus apóstoles.
En la iglesia no hay clases, primera, ejecutiva o turista. Todos tenemos la misma dignidad de hijas e hijos de Dios. No es más importante la vocación del sacerdote o la religiosa que la del laico. El seguimiento de Jesús se concreta en diferentes caminos, pero de la misma dignidad. El primero en la Iglesia es el más santo o santa. ¿Quién será esa persona?. Solo Dios lo sabe. Lo importante es asumir nuestra vocación y llevarla a su plenitud. Entonces reflejaremos la luz de Cristo y su salvación llegará a todo el mundo. Nosotros no somos la luz, la luz es Jesucristo, pero podemos reflejarla más o menos. Un espejo refleja la luz, pero una tabla de madera no. Reflejar la luz de Cristo con nuestra vida diaria, especialmente en estas semanas de cuarentena.
El profeta Isaías es el que señala más rasgos del futuro Mesías. En la primera lectura nos lo presenta como a un servidor. Dios lo ha elegido, lo sostiene y en él se complace su alma. Promoverá el derecho y no se cansará hasta implantarlo en la tierra. ¿Qué significa que no quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha humeante?. Que sabrá comprender la debilidades de la gente, que aprovechará el más minino resquicio para salvarlos, que siempre nos dará una nueva oportunidad. Ese siervo será el liberador. Abrirá los ojos de los ciegos, sacará a los cautivos de su prisión y del calabozo a los habitaban en tinieblas. Un Mesías, que nos libera e todo lo que nos oprime sea interno o externo. Que nos libera de lo que nos impide ser felices y hacer felices a los demás.
Hoy Domingo de Ramos, en nuestras casas, con la familia, alabemos a Cristo unidos al Papa y a toda la Iglesia universal. Y como signo de alabanza y testimonio de nuestra fe pongamos en una ventana o en la puerta un ramito.
En esta Semana Santa no tendremos procesiones ni podremos asistir a las liturgias. Mañana no se bendecirán los ramos. No podremos comulgar el Jueves Santo ni adorar el Santísimo Sacramento. Tampoco el sábado celebraremos la Liturgia de la Luz. Pero quizás por eso nuestra Semana Santa puede ser más fervorosa y profunda que otros años. Dios está en casa, no es necesario salir para adorarlo y rezarle. Está con nosotros y acepta nuestro corazón arrepentido y sincero y nuestra alabanza en familia.
Jeremías es uno de los grandes profetas del A.T. Le tocó vivir una época llena de convulsiones. Sufrió dentro de Jerusalén el asedio por parte de los babilonios y fue testigo de la destrucción de la ciudad y del templo. Elegido por Dios desde su juventud para anunciar su palabra, lo hizo con total sinceridad. Por ello tuvo que padecer muchas persecuciones y ataques. La verdad siempre ha molestado a los poderosos. En eso el mundo no ha cambiado. Varias veces sintió la tentación de dejarlo todo. Pero sentía un fuego dentro de él que le lanzaba a seguir de nuevo. No podía apagar la fuerza de la palabra de Dios. Pero en medio de tantas dificultades siempre se sintió acompañado y fortalecido por el Señor. La profunda experiencia de Dios que le acompañaba le fortaleció toda la vida.
Con Cristo, Dios hace su alianza definitiva con toda la humanidad. Es un pacto tan fuerte que ya nada lo podrá romper. La iglesia es el nuevo pueblo de Israel. Nuestro primer pacto con el Señor se hizo en el bautismo. Lo hicieron nuestros padres en nombre nuestro. Al ir creciendo y descubrir la fe personalmente conocimos a Jesús e hicimos con él nuestra alianza de amor y fidelidad. También hemos experimentado muchas veces nuestra infidelidad al amor de Dios y su perdón misericordioso. Dios nunca se arrepiente de habernos hecho su pueblo. A cada uno nos toca vivir ese pacto con la mayor fidelidad y amor.
Hoy nos dice Jesús en el evangelio: “Si se mantienen en mi palabra serán de verdad discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad les hará libres”. Para ser discípulo de Jesús hay que escuchar su Palabra. Esto supone leer y meditar con frecuencia el evangelio.
La trayectoria de Israel por el desierto representa nuestro caminar en el seguimiento de Jesús. Con momentos de entusiasmo, de dudas, de tentaciones, de pecado. Con momentos de sentir su perdón y su cercanía tan amorosa. Hoy más que nunca tenemos que mirar a Jesús levantado en alto y pedirle que nos de fuerza, amor y esperanza para enfrentar los graves momentos que vivimos.