Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

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Homilía del martes 31 de marzo

Homilía del martes 31 de marzo.

Lecturas Números 21,4-9.  Salmo 101. Juan 8, 21-30.

P. Fernando Jiménez Fugueruela SJ

El relato de la serpiente de bronce levantada en un mástil, nos parece bastante extraño. Hay que entenderlo a la luz de lo que Jesús dijo a Nicodemo en aquella visita nocturna que le hizo: “Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre” (Jn.3,14). El pueblo de Israel caminando por le desierto se vuelve contra Dios. Era largo y duro el camino. Pronto habían olvidado sus condiciones de vida en Egipto. Estaban hartos de comer el maná: “¿Por qué nos hiciste salir de Egipto para hacernos morir en este desierto?. Porque aquí no hay agua ni pan y estamos ya cansados de esta comida tan suave”. Además en el desierto había serpientes que los mordían. Dios por medio de Moisés se sirve del símbolo de la serpiente para hacerles caer en la cuenta de que estaban cayendo en la tentación de dudar de Dios. La serpiente tentadora, símbolo del maligno. Levantarla en alto significa que ha sido vencida. Esa victoria contra el mal anuncia la  victoria definitiva de Jesús. El también será levantado en alto.

En el evangelio el Señor prosigue sus debates con fariseos y maestros de la Ley. En los días previos a su muerte sus palabras se van haciendo más apremiantes. Señala todas las razones por las que deberían creer en él. Explica que todo lo que hace es por voluntad de su Padre, el Dios de Israel al que los judíos decían conocer. Pero no lo conocen porque rechazan a su enviado. “Yo no hago nada por mí mismo, sino que hablo como el Padre me ha enseñado”. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada”. “Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del Hombre, sabrán que Yo Soy.” “Yo Soy” es el nombre de Dios, que comunica a Moisés en el pasaje de la zarza ardiendo, (Ex 3,14). Para los oyentes de Jesús era muy claro. Aquel maestro de Galilea se aplica a sí mismo el nombre de Yahvé. Ningún judío, jamás se había atrevido a hacerlo. Pero no es la única vez. En el evangelio de Juan, Jesús dice varias veces Yo Soy. Camino, verdad y vida. La luz del mundo. El buen pastor. La resurrección y la vida, el agua viva, el pan de vida….Yo soy.

La trayectoria de Israel por el desierto representa nuestro caminar en el seguimiento de Jesús. Con momentos de entusiasmo, de dudas, de tentaciones, de pecado. Con momentos de sentir su perdón y su cercanía tan amorosa. Hoy más que nunca tenemos que mirar a Jesús levantado en alto y pedirle que nos de fuerza, amor y esperanza para enfrentar los graves momentos que vivimos.

El salmo de hoy nos dice: Señor escucha mi oración. Que mi grito llegue ante ti. No me ocultes tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí. Cuando te invoco escúchame enseguida.

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