Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

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Homilía del 30 de marzo

Homilía del 30 de marzo.

Lecturas: Daniel 13,1-62. Salmo 23  y  Juan 8,1-11.

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

En las dos lecturas de hoy encontramos un tema común: hombres que emplean su autoridad para maltratar a las mujeres. Machismo puro y duro: La lectura de Daniel presenta a Susana, mujer casada, buena. Una judía de fe sincera  acusada por unos viejos de estar con un joven. Lo hacen en venganza por que los había rechazado. Y en el evangelio vemos a los fariseos, también personas mayores, que arrasan al Templo a una mujer sorprendida en adulterio. En ambos casos, Dios las libera de sus acusadores. A la inocente, y a la  culpable. Para liberar a Susana se vale del jovencito Daniel. Y Jesús mismo perdona a la adultera y desenmascara la hipocresía de aquellos hombres. “El que esté sin pecado que le lance la primera piedra”.

La Ley de Moisés era muy cruel en este tema, mandaba apedrear a las adúlteras. Pero el adúltero no recibía ningún castigo. Jesús no puede tolerar esa situación que es totalmente contraria a su proyecto de igualdad y fraternidad entre todos y todas. Al perdonar a la adúltera Jesús quebranta la Ley de Moisés que para su pueblo era muy sagrada. ¡Nadie se atrevía a desobedecerla!. Cristo una vez más, pone el amor y la misericordia por encina de la Ley, por más sagrada que ésta fuera. Así nos muestra la realidad de Dios lleno de ternura y misericordia con todos. Al hacerlo produce un grave escándalo y se acerca un paso más a la muerte. No olvidemos que una de las causas de su condena fue: “no cumple la Ley de Moisés”.

Imaginemos la escena: Jesús sentado en el piso tranquilamente. Le traen a la pobre mujer en medio de mucho alboroto y le ponen entre la espada y la pared: “la Ley de Moisés manda apedrear a esta mujeres, ¿tú qué dices?”. Si decía que se cumpliera la Ley todos podrían decir que no era tan bueno, que no había perdonado a la mujer. Si la perdonaba cometía una falta gravísima. Podemos ver a los fariseos histéricos, gritando. Y Jesús con una calma absoluta. Cuando el quiso, con un total dominio de la situación, dijo las famosas palabras que desenmascaraban su hipocresía y les hizo retirarse “comenzando por los más viejos”. De nuevo los viejos como en el texto de Daniel. Y es que los muchos años no son necesariamente señal de virtud. Puede ser exactamente lo contario. No Sabemos que admirar más si la misericordia de Jesús o su total dominio de una situación muy complicada.

¿Cómo se sentiría la pobre mujer?, para ella con el perdón de Jesús había llegado el Reino de Dios. Y a Jesús esta acción misericordiosa le acercó un paso más a la muerte.

Después de dos mil años seguimos sufriendo los efectos del machismo. El maltrato a las mujeres y su marginación en la Iglesia. Esta situación es una ignominia, una vergüenza y lo peor de todo un gravísimo pecado social. Porque nada duele más al corazón amoroso de Dios que parte de sus hijos desprecien y maltraten a sus hijas.

 En estos días que estamos viviendo resuenan de modo especial algunos salmos, podemos leerlos y meditarlos. Hoy tenemos el famoso salmo 23. El Señor es mi pastor nada me falta. Y en los días anteriores leíamos: El Señor está cerca de los atribulados, Sal 34. Acuérdate de mi Señor por amor a tu pueblo, Sal 106.  Hay uno muy especial, el 91, en el que pedimos que nos libre de la plaga que se desliza en las tinieblas y la peste que devasta al medio día.

Al citar un salmo me refiero siempre al número que está fuera del paréntesis.  Esto de los dos números de debe a que el salmo 9 es muy largo y se ha dividido en dos. Entonces queda así: 9. 10(9B). 11(10)……..hasta el último.

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