Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ
P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

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Homilía del Domingo 16 de junio, Fiesta de la Santísima Trinidad

Hoy la Iglesia nos recuerda el misterio central de nuestra fe: Dios es una comunidad de amor. No es una sola persona solitaria allá en su cielo. La realidad de un Dios que es comunión de amor no nos es ajena, todo lo contrario, nos afecta en lo más profundo de nuestro ser. Hemos sido credos a imagen y semejanza de Dios, pero de un Dios que es comunidad de amor. Por eso venimos del amor y al amor estamos llamados. La realidad más consistente del universo es esta realidad de Dios Trinidad. 

Domingo 16 de junio, Fiesta de la Santísima Trinidad

Lecturas: Proverbios 8,22-31.  Romanos 5,1-5.  y  Juan 16,12-15.

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

El pueblo de Israel desconocía la realidad del Dios Trino y Uno. Veneraban con gran fe y respeto al Señor Dios, Yahvé, pero no podían imaginar que compartía la divinidad con otras dos Personas Divinas. Algunos pasajes del Antiguo Testamento, como el que leemos hoy del Libro de los Proverbios, intuye un poco la realidad de Dios. Se nos habla de la Sabiduría como otro ser divino. Nos dice: “El Señor me estableció al principio de su tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas”. Añade que cuando creaba todas las cosas, estaba con Dios. Pero la revelación plena de la Santísima Trinidad nos la hace Jesús. Hoy la Iglesia nos recuerda el misterio central de nuestra fe: Dios es una comunidad de amor. No es una sola persona solitaria allá en su cielo. La realidad de un Dios que es comunión de amor no nos es ajena, todo lo contrario, nos afecta en lo más profundo de nuestro ser. Hemos sido credos a imagen y semejanza de Dios, pero de un Dios que es comunidad de amor. Por eso venimos del amor y al amor estamos llamados. La realidad más consistente del universo es esta realidad de Dios Trinidad. Por ser imágenes de El, los seres humanos somos radicalmente sociales y dinámicos. Sólo podemos encontrar la plenitud de nuestro ser  en el amor. En el encuentro con las personas humanas y las Personas Divinas.

En una religión como el Islán donde creen que Dios, Alá, es una sola persona, nos enfrentamos con la soledad del Uno. En el politeísmo, por ejemplo, de la religión hindú, nos encontramos con la variedad de divinidades y se evapora la unidad divina. Pero en nuestro Dios cristiano ser  tres personas evita la soledad, supera la separación y sobrepasa la exclusión. La Trinidad impide un frente a frente, una contemplación egoísta del Padre y el Hijo, porque los dos se relacionan también  con el Espíritu Santo. Lo uno y lo múltiple, la unidad y la diversidad se encuentran reunidos en la Trinidad.

La comunidad entre las Tres Divinas Personas es el modelo de toda  comunidad humana. Las relaciones trinitarias son fuente de inspiración y utopía engendrando modelos de convivencia social cada vez más integradores de las diferencias. Las relaciones que vivimos en la familia, en el centro de trabajo, en la comunidad local y nacional deben reflejar cada vez mejor las relaciones de amor que se dan en Dios. Hoy celebramos el día del padre. Los papás tienen como misión ser manifestación del amor del Padre en su familia. Reflejar este amor tierno y misericordioso de Dios No olvidemos que nuestra experiencia de Dios tiene mucho que ver con la experiencia de papá que hemos tenido, o aun tenemos.

Ante el misterio de la Trinidad, más que preguntarnos ¿cómo puede ser?, tendríamos que caer en la adoración y la alabanza. Dios nos ha manifestado, por medio de Jesús, su realidad más íntima y ante este hecho solo caben la gratitud y la fe e intentar vivir unas relaciones personales que sean fiel reflejo de la Trinidad. ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!. 

 

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