San Ignacio tiene un modo genuino de presentar la pasión en sus Ejercicios Espirituales. A diferencia de otras formas también legítimas de considerarla, prefiere imitar la sobriedad de los evangelistas, evitando toda complacencia dolorista en la sangre, los latigazos o las torturas. Convencido de que lo verdaderamente importante de la pasión no es el impacto emotivo producido por los aspectos cruentos, evita centrarse en ellos. En lugar de eso, su punto de mira es el amor y la fidelidad de Jesús hasta la muerte. Debemos profundizar que la realidad honda de la pasión no es el sufrimiento, sino el amor. Nunca puede calificarse de bueno un sufrimiento, ni puede reconocérsele capacidad alguna, en sí mismo, para salvamos. ¡Ni siquiera el sufrimiento de Jesús! Lo redentor siempre es el amor que, probado en el sufrimiento, demuestra ser más poderoso que éste. Un sufrimiento que no es superado por el amor, genera amargura y desesperanza, ¿para qué serviría?
En la pasión de Jesús, el amor superó claramente al dolor y al sufrimiento. ¿Cómo no admirarse de que Él tuviera un amor más fuerte que la maldad que padeció? ¿Qué amor tan grande llevaba dentro, cuando ni siquiera se lo pudieron arrebatar aquellas últimas horas terribles de su vida?
Ningún hombre ni mujer se libra en esta vida de sufrir un buen número de experiencias inevitables de dolor, traiciones, abandonos, desagradecimientos, mentiras e injusticias,... y la culminación de todas ellas, que es la muerte. Para mostramos cómo actuar positivamente en ellas la referencia para el creyente es siempre Jesús en su pasión.
Esta Semana Santa más que nunca meditemos en el dolor de los cristos sufrientes por la pandemia y sus consecuencias. Cristo, sufre en nosotros y con nosotros.
La pasión se inicia en: Mt 26,36. Mc 14,32. Lc 22,39, Jn 18,1
Al contemplar la pasión debemos tener presente tres cosas:
1ª A Jesús lo matan por las opciones que fue tomando en su vida. Mostrar al Dios de la cercanía inaudita, del amor incondicional, de la total solidaridad con los seres humanos era profundamente subversivo. Los sumos sacerdotes y los fariseos se fueron dando cuenta de hasta qué punto Jesús cuestionaba toda su religión, y no sólo sus interesases materiales. Llevaban siglos domesticando a Dios, encajonándolo en su Ley, y ahora Jesús les hablaba de un Dios que se salía de sus casillas y que se convertía en un peligro público. Si Jesús tenía razón, Dios era más grande que su Ley. Se les escapaba, rompí los barrotes, entraba en la vida de los hombres. Un Dios así era la locura. Un Dios para quién solo contaba el amor, un Dios para quién el corazón de una prostituta era más valioso que el perfecto cumplimiento de un levita. Era el cambio radical.... y Jesús pagó las consecuencias.
2ª Jesús sigue sufriendo hoy en todos los que sufrimos por la pandemia. Los enfermos, los que los cuidan heroicamente. Los que no pueden trabajar y por la tanto no pueden llevar a casa el pan de cada día. Los que están desesperados por el encierro. Y todos los que tememos las consecuencias futuras de la crisis. Hoy Cristo sufre mucho. En nuestras manos está aliviarlo de laguna manera, en nuestros hermanos.
3ª Su muerte y resurrección da sentido a nuestro sufrimiento, lo hace fecundo.
2º Getsemaní, pasividades internas.
En Getsemaní Cristo sufre estas pasividades: tristeza, miedo, aburrimiento, asco y ausencia de Dios. La tristeza invade nuestra vida sin saber por qué. El miedo es la pasividad por excelencia, temor a algo que aun no ha llegado pero temes que va a llegar. El miedo de los estudiantes antes del examen. Aburrimiento: Todo se repite, todo es igual ......y todo ¿para qué?. Asco: repugnancia, algo de carácter físico. Ausencia de Dios. Heb 2,17: "Tuvo que hacerse en todo semejante a sus hermanos para hacerse misericordioso."
3º Tribunales, pasividades externas
a) El tribunal de la envidia, el Sanedrín: la competencia. El poder religioso.
b) Tribunal de la soledad: Pedro y los apóstoles. Es más doloroso que el anterior porque ahora Jesús siente que le fallan sus amigos. Lo dejan solo cuando más lo necesitan. Tal vez porque no caen en la cuenta de cuánto los necesitamos.
c) Tribunal del egoísmo. Pilato.
d) Tribunal de la frivolidad: Herodes, ante él Cristo calla. La gente está satisfecha con su vida vacía y no quiere complicaciones de mayores compromisos.
e) Tribunal de la ingratitud: el pueblo.
4º Camino de la cruz. Recorreremos las 14 estaciones del Vía Crucis
1ª Jesús condenado a muerte
2ª Carga con la cruz
3ª Cae por primera vez
4ª encuentra a su madre
5ª Cireneo le ayuda
6ª Verónica
7ª Segunda caída
8ª Las mujeres de Jerusalén
9ª Tercera caída
10ª Despojado de sus vestidos
11ª Clavado en la Cruz
12ª Muere
13ª En brazos de su Madre
14ª Enterrado
Las palabras de Jesús en la cruz.
Voy a señalar en cada una de estas siete palabras un dolor, uno de los siete dolores que también surgen y se entrecruzan en nuestra vida.
1ª Padre perdónales... Dolor que perdona, dolor que comprende. Para perdonar hay que comprender. No se puede perdonar del todo si antes no se ha comprendido, si antes no caemos en la cuenta de que el que nos ofende no sabe lo que hace. La auténtica compasión ve que muchas veces hacen el mal por debilidad, por afirmarse. Es un mal que de alguna manera es ciego......Padre perdónales....
2ª Mujer ahí tienes a tu hijo. Dolor que acompaña. Muchas veces ante el dolor ajeno no podemos hacer más que acompañar, no solucionar nada, ni remediar nada, pero siempre acompañar. Como Nuestra Señora al pie de la cruz.
3ª Hoy estarás conmigo en el paraíso. Dolor que no abre al otro, que no se cierra, que no se rebela ni blasfema. Uno de los ladrones se cierra al dolor. El otro se abre. El dolor cristiano es un dolor asimilado, que siempre nos abre a los demás.
4ª Dios mío, Dios mío... ¿por qué me has abandonado?. El dolor inexplicable e inexplicado.
5ª Tengo sed. El dolor que necesita de los otros que acepta la ayuda de los demás. Con el Sal 42 podemos decir "como tierra reseca y sin agua tengo sed de Ti". Cristo necesita nuestra agua.
6ª Todo se ha cumplido. El dolor fiel, el dolor pequeño de cada día. El esfuerzo, la fatiga, el cansancio. El esfuerzo que nos cuesta cumplir al hacer nuestro trabajo. Ser fieles al deber, para que al final de cada día podamos decir con Jesús: Todo se ha cumplido.
7ª Padre en tus manos encomiendo mi espíritu. El dolor de nuestra inseguridad. El dolor más radical porque expresa nuestra radical inseguridad. Sentirnos hombres limitados, desnudos, indefensos.
Cristo muere. Sus amigos piden permiso a Pilato para bajar el cuerpo y enterrarlo. María, la Virgen, recibe en sus brazos al hijo muerto. Recordemos tantas imágenes de la “pieta”, la Virgen de las Angustias. Lo entierran en un sepulcro nuevo, rápidamente, sin poder embalsamar y cubrir el cadáver según su costumbre. Caía la tarde y se acercaba la hora en que comenzaba el descanso sábatico. Volverán el domingo temprano en cuanto el descanso finalizara para terminar de acomodarlo.