En este Jueves Santo les ofrezco una meditación sobre la Eucaristía. Tenemos una visión muy individualista e intimista de este misterio central de nuestra fe y eso ha tenido consecuencias fatales en la vida de la Iglesia. Para muchos cristianos el hecho de comulgar no les compromete a trabajar por la justicia y la solidaridad. Comulgar para ellos es un acto de piedad privada. “Yo recibo al Señor” y punto. Para evitarlo es necesario comprender la Eucaristía a la luz de toda la vida de Jesús, desde su practica y desde el sentido que El le dio a su vida y su muerte. Las tres fuentes de la Eucaristía son: las comidas del Jesús histórico, la última cena y las comidas del Señor Resucitado con sus apóstoles.
1º Las comidas del Jesús histórico.:
La Eucaristía cristiana hunde sus raíces en la práctica de Jesús de celebrar comidas con todo tipo de personas. Jesús aparece con frecuencia participando de banquetes, por eso le llamaban borracho y comilón, Mt 11,9. En esto no se parece a los fundadores de otras religiones Esas comidas no son algo secundario respecto de la predicación de Jesús, tienen relación directa con el núcleo de su mensaje porque son el signo demostrativo, eficaz, de la cercanía del Reino de Dios a los pobres y pecadores. Mt 9, 10-13.
Para los judíos la comida tenía siempre un valor religioso. Por eso nunca comían con paganos, además existía el peligro de ingerir alimentos impuros. Jesús lo hace así para expresar la llegada del Reino expresado en el A.T. como banquete preparado para todos los pueblos, Is 25,6. Lleva a cabo así el universalismo señalado por Isaías. Jesús con su “comensalidad abierta” rompe este marco. No sólo come con pecadores y publicanos sino que acepta sus invitaciones. Esta actitud era más que chocante, era escandalosa. Por medio de su contacto con Jesús estas gentes aparecían como invitados por Dios por encima de toda barrera e ignorando las costumbres y tradiciones religiosas, y el cumplimiento de la pureza legal.
Esta comensalidad abierta cuestiona y niega rotundamente las distinciones jerárquicas discriminatorias, los compartimentos estancos de hombres y mujeres, pobres y ricos, gentiles y judíos. De alguna manera se puede decir que a Jesús lo crucificaron por la forma en que comía, eso no tiene que ver con el alimento concreto sino con el sentido social, revolucionario de su praxis.
Para el judaísmo como para tantas otras religiones, la comunidad de mesa era comunidad de vida. Invitar a comer significaba una oferta de paz, confianza, fraternidad y perdón.
2º La ultima cena.
Jesús habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo. Jn 13.1. La institución de la Eucaristía: Mt 26,26-29
Para comprender todas las dimensiones de la Eucaristía, debemos contemplar los gestos y palabras de Jesús en la última cena. Ellos nos desentrañan toda la riqueza de este misterio central de nuestra fe.
A) Cena pascual, Ex 12,1-14. Si Jesús instituye la Eucaristía precisamente en la cena pascual es porque quería darle una dimensión liberadora. Era la conmemoración anual de la liberación de Egipto. Por eso la Eucaristía lleva en sí misma el compromiso por por la justicia y la fraternidad. No es posible celebrar la Misa y luego vivir ajeno a los problemas de nuestro mundo.
B) Lavatorio de pies, el servicio. Cristo lavando los pies a sus discípulos nos está mostrando el camino de la Iglesia que no está en el mundo para mandar, manipular ni imponerse sino para servir con amor.
C) Unión entre los discípulos. Durante la cena Jesús ora al Padre pidiendo por la unidad de sus discípulos (Jn 17,11). En contraste Pablo en 1ª Cor 11,17-34. señala cómo una comunidad desunida puede anular la Eucaristía,
D) Esa noche Jesús nos deja su mandamiento nuevo: ámense como yo les he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. (Jn 15,9-17)
E) Presencia real: "Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre". Esta es la dimensión de la Eucaristía que tenemos más asumida. Jesús está verdaderamente presente en el pan y vino consagrados. Esa presencia nos llena de consuelo y fortaleza, pero esta dimensión se tiene que vivir armónicamente con las demás.
D) El sacerdocio: Jesús manda a sus discípulos: “Hagan esto en memoria mía”. Les está constituyendo como presbíteros de la Iglesia. El nombre presbítero tiene más sentido teológico que “sacerdote”. En la iglesia primitiva nunca utilizaban ese nombre para marcar la diferencia radical con el sacerdocio del A.T.
La última cena compendia y hace presente la vida entera de Jesús como servicio por el Reino de Dios. “Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve”. Lc 22,27. Este texto es una excelente clave de interpretación de los gestos y palabras de Jesús en la cena. Toda la vida de Jesús fue cuerpo entregado y sangre derramada.
Liberación, servicio, unión, amor, presencia real y sacerdocio son las dimensiones de la Eucaristía
3º Las comidas con Jesús Resucitado.
La fuente de donde dimana la Eucaristía es sobre todo la resurrección del Señor. Sólo la resurrección puede ser generadora de la presencia de Cristo en la Eucaristía. Las apariciones del Resucitado y sus comidas con los discípulos son el fundamento último y definitivo de la Eucaristía en la Iglesia. Sin ellas la cena quedaría como última comida de Jesús con los suyos y no llegaría nunca a ser el principio de la Eucaristía posterior.
El relato de Emaús (Lc 24,13-35) tiene un marcado carácter eucarístico, por la mención de la fracción del pan..
En la aparición junto al lago, (Jn 21,1-14) el Resucitado restablece la comunidad de mesa con los discípulos. Es el Señor quién toma la iniciativa y prepara los alimentos. Los discípulos vuelven a sentir la sensación de siempre ante el Resucitado;
4º. Diversos grados de presencia del Señor Resucitado.
La presencia eucarística solo podrá ser entendida si se la sitúa en el marco de una presencia más amplia del Señor en el mundo que va adquiriendo mayor densidad y hondura a través de sucesivos grados de presencia.
Un primer grado de presencia de Jesús Resucitado acaece en el mundo abarcado por El como Señor de todo el universo..
Otro grado de presencia acaece en la historia humana tanto colectiva como personal. Dios está realmente presente en nuestra vida y en la historia de la humanidad.
La presencia de Cristo adquiere un grado mayor en su comunidad, en la Iglesia, por su Palabra y los Sacramentos.
Finalmente la presencia del Señor adquiere su mayor grado de densidad en la fracción del pan. Así pues la presencia del Señor resucitado es como una marea progresiva que va subiendo hasta alcanzar su cota máxima, su pleamar, en la presencia eucarística.
Decía San Juan Crisóstomo en el sg IV:
“¿Deseas honrar el Cuerpo de Cristo?. No los desprecies, pues, cuando lo encuentres desnudo en los pobres: ni lo honres aquí en el templo con lienzos de seda, si al salir lo abandonas la frío y a la desnudez. ¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro si el mismo Cristo muerte de hambre?. Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que sobre, adornarás la mesa de Cristo.”
Y San Juan Pablo II:
“Frente a la posibilidad de un espiritualismo exagerado que considera a la Eucaristía como “el pan de los ángeles” o “el alimento del alma”, con fuerte tendencia al individualismo y a la evasión, afirmamos que la Eucaristía debe estar enraizada y encarnada en nuestra historia de tensiones y conflictos, porque es allí donde la celebramos y es ahí donde construimos lo que en ella se significa: el cuerpo de Cristo. Por algo el Señor ha querido que sea el “pan para la vida del mundo” (Jn 6,51)…el pan es un elemento de comunión y es producto de nuestro esfuerzo, es decir, no hay Eucaristía sin tierra y sin trabajo humano”. Asimismo, “la Eucaristía crea comunión y educa para la comunión”.
P. Fernando Jiménez Figueruela SJ