Lunes Santo 6 de abril

Lunes Santo 6 de abril.

Lecturas: Isaías 42,1-7. Salmo 27  y  Juan 12,1-11.

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

El profeta Isaías es el que señala más rasgos del futuro Mesías. En la primera lectura nos lo presenta como a un servidor. Dios lo ha elegido, lo sostiene y en él se complace su alma. Promoverá el derecho y no se cansará hasta implantarlo en la tierra. ¿Qué significa que no quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha humeante?. Que sabrá comprender la debilidades de la gente, que aprovechará el más minino resquicio para salvarlos, que siempre nos dará una nueva oportunidad. Ese siervo será el liberador. Abrirá los ojos de los ciegos, sacará a los cautivos de su prisión y del calabozo  a los habitaban en tinieblas. Un Mesías, que nos libera e todo lo que nos oprime sea interno o externo. Que nos libera de lo que nos impide ser felices y hacer felices a los demás. Pero no el guerrero triunfador que esperaban los judíos. Habían escuchado en las sinagogas muchas veces estos pasajes, pero su corazón estaba cerrado y no lo entendían.

El evangelio nos presenta una cena en casa de los grandes amigos de Jesús, María, Marta y Lázaro. A ella acudía con toda confianza. Leyendo los demás evangelios, vemos que Jesús durmió en Betania los días anteriores a su muerte y cada día iba a Jerusalén a seguir predicando en le templo. En el pasaje de hoy percibimos  dos formas de relacionarse con Jesús: la de sus amigos que lo reciben con alegría en su casa y en especial María que unge sus pies con un perfume muy caro, y la de Judas que ni entiende ni acepta esta ofrenda de amor. Nos encontramos de nuevo con al gran misterio de la fe. ¿Por qué María amaba tanto al Señor y Judas, uno de los Doce Apóstoles, era tan mezquino?.

Algunos autores, para explicar la actitud de Judas dicen que se decepcionó de Jesús, porque no fue el Mesías guerreo y triunfante que él, y a mayoría del pueblo deseaban. Ya sabemos que del amor al odio hay un corto trecho y Judas dio el paso.

Pero a veces su reclamo de por qué gastar tanta plata ungiendo los pies de Jesús y no darla a los pobres, nos puede parecer lógico. Es la única vez en el evangelio que Jesús se deja agasajar de esta manera. Por otra parte sabemos bien el amor de Jesús a los pobres. Ellos son los destinatarios predilectos de su reino. Siempre estuvo rodeado por ellos y la mayoría de los que fueron curados eran pobre gente. Nos pide a todos amor y solidaridad hacia ellos. Si lo cumpliéramos, si fuéramos justos y solidarios, no habría pobres. A Judas no le importaban los pobres, robaba de la bolsa común y aceptó 30 monedas para entregar al Señor. Jesús alaba el gesto de María y lo asume como una unción previa a su muerte. En el texto paralelo de Marcos, dice algo que Juan no señala: “En verdad les digo: donde quiera que se predique el evangelio, en todo el mundo, se hablará de lo ha hecho esta mujer, para memoria de ella” (Mc 14,9).

El pasaje de hoy finaliza señalando que mucha gente había ido a ver a Lázaro resucitado. Pero los sumos sacerdotes decidieron matarle porque a causa de él muchos judíos creían en Jesús.