Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

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Domingo 26 de abril, IIIº de Pascua - Lo reconocieron al partir el pan

Domingo 26 de abril, IIIº de Pascua.

Lo reconocieron al partir el pan.

Lecturas: Hechos 2,22-33.  1ª Pedro 1,17-21  y  Lucas 24 13-35.

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

El camino de Emaús es el itinerario de todo cristiano siempre y de manera especial ahora en las circunstancias que estamos viviendo. Dos discípulos salieron de Jerusalén totalmente deprimidos y desengañados. Era verdad que algunos de sus amigos decían  que Jesús había resucitado, pero ellos no lo habían visto.  Jesús camina a su lado pero no lo reconocen, no porque estuviera disfrazado, sino porque no tenían ni  fe ni esperanza. El viajero les explica las Escrituras y su corazón ardía ante esas palabras. Tuvieron que llegar a su destino y lo reconocieron al partir el pan. Entonces a pesar de que era de noche regresaron corriendo a Jerusalén para anunciar a sus amigos que era cierto, ¡Jesús había resucitado!. Esto es lo que nosotros podemos vivir en estos tiempos de cuarentena. Hay momentos en que estamos decaídos. Con gran dolor por lo que está pasando. Estamos aburridos del encierro y quizás, sobre todo, preocupados por el futuro. Pero sin salir de casa estamos haciendo el camino de Emaús. Jesús está con nosotros y tal vez no lo reconocemos. Siempre Jesús camina a nuestro lado. Está presente en los demás, en su Palabra y en la Eucaristía.

Los dos discípulos de Emaús eran la comunidad mínima – dos personas- pero comunidad al fin y al cabo, por eso se les presenta Jesús. El Señor está presente hoy en todas las personas que vemos cada día. En nuestra familia, los que pasamos todo el día juntos. Desde luego está presente en todos los demás. Los enfermos por el virus, los que los cuidan, los que han perdido el trabajo, los que sufren por no poder llevar a casa el pan de cada día. Lo que les hacemos a ellos se lo hacemos a Jesús. Ahora es el momento de la solidaridad. Esta presencia de Dios en los demás es un aspecto fundamental de nuestra fe. Y sin embargo lo olvidamos fácilmente. Para muchos es más fácil reconocer la presencia del Señor en la Eucaristía que en sus hermanos. Porque la Eucaristía no nos fastidia y nuestros semejantes si…

Cristo está presente en su Palabra. Ojalá que en estas semanas leyéramos la Biblia en familia todos los días, unos minutos. Y cuando volvamos a la vida normal tuviéramos más interes en estudiarla y conocerla mejor. La Biblia es como una carta de amor, (un poco larga…). En cada página leemos el inmenso amor de Dios que se va manifestando poco a poco a su pueblo, igual que a nosotros. Y que llega a su plenitud en Jesús. Su vida y su palabra son la mejor síntesis de toda la Sagrada Escritura. La Biblia es un mundo, es toda una biblioteca pues son 78 libros. Estudiarla y profundizar en ella es una tarea fascinante. Conocer los géneros literarios, los contextos históricos de cada libro y la teología de cada uno de ellos. Descubrir el lento avance de la revelación divina desde Abraham hasta Jesús, a lo largo de 1,800 años. Todo eso nos daría una fe más cultivada. Hoy por Internet tenemos acceso a muchos cursos bíblicos. En las parroquias se organizan ciclos de charlas sobre tal o cual parte de la Biblia. También es bueno tener una edición moderna de la Biblia con breves introducciones a cada libro y notas al pié de página. Para América Latina tenemos la excelente Biblia Latinoamericana.

Jesús sale a nuestro encuentro de manera muy especial en la Eucaristía. Llevamos casi dos meses sin poder participar  de ella. Sé que muchos de ustedes extrañan la comunión frecuente. La Iglesia nos ha enseñado siempre que cuando no es posible comulgar sacramentalmente lo podemos hacer de manera espiritual, manifestando al Señor nuestro deseo de que venga a nosotros. En estas circunstancias podemos valorar lo que teníamos: la posibilidad de participar de la misa con frecuencia. Ahora estamos como tantos hermanos nuestros en el campo y lugares aislados que casi nunca han tenido misa por falta de sacerdotes.

Cuando los dos discípulos de Emaús descubren a Jesús al partir el pan y desaparece de su vista, salen corriendo hacia Jerusalén aunque era de noche y estaban cansados por todo el día de camino. Anuncian a sus hermanos ¡hemos visto al Señor!. Dios quiera que también en estas semanas podamos decir lo mismo. ¡He visto al Señor!, en el cariño de mi familia, en el servicio en las cosas sencillas. Al ver  por los medios de comunicación  actos de solidaridad.  Saber que hay personas que literalmente han dado su vida por los demás. Médicos, enfermeras, policías…etc. ¡He visto al Señor! que nos da esperanza y nos ayudará a reconstruir la vida con otros parámetros.

 

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