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6. En contexto de Gratitud
45. El P. Adolfo Nicolás compartió con ustedes durante el VIII Congreso de antiguos alumnos en Medellín, Colombia, (2013) una bella reflexión sobre la responsabilidad social y lo que significa ser creyente hoy. En su alocución enfatizó la gratitud como la fuente última de la responsabilidad social para el creyente. Afirmó:
“La tradición ignaciana, por su parte, ha querido situar al ser humano no en la órbita de la responsabilidad sino en la del agradecimiento... solo quien ha tenido un ‘conocimiento interno de tanto bien recibido’, y un reconocimiento pleno de ellos, puede sentir el anhelo de orientar su vida de modo que pueda ‘en todo amar y servir (Ej, 233).”
46. Quiero reafirmar esta convicción ignaciana que es el agradecimiento el motor último de nuestras acciones. Las preferencias apostólicas universales son un reconocimiento al amor de Dios y su cuidado por todos nosotros, la creación, especialmente los jóvenes y los descartados del mundo. Es en continuidad con esta convicción ignaciana que hoy he querido invitarlos a que podamos caminar juntos como verdaderos compañeros en la misión de reconciliación y justicia con los demás, con la creación y con Dios. Sólo cuando reconocemos que Dios nos ha amado primero y que nos ha bendecido con todo tipo de bienes es que podemos convertirnos en verdaderos agentes de reconciliación y justicia en nuestro mundo herido.
47. El Papa Francisco en Laudato Si’ también afirmaba el importante papel de la gratitud en la conversión ecológica de la que hemos hablado antes, pues solo “un reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del Padre […] provoca como consecuencias actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos.” (LS 220)
48. Quiero terminar invocando a Nuestra Señora para que como pedía Ignacio nos ponga con su Hijo. Ignacio dejó en Monserrat a los pies de la Virgen, la Moreneta, su espada y con ella su antigua condición de caballero voluntarioso que quería conquistar el mundo con las armas y el corazón de las mujeres con sus proezas. Allí asumió el traje de un mendigo y se encaminó a Manresa donde el Señor le acompañaría con paciencia y amor en un proceso profundo de transformación interior que nos sigue hoy iluminando para que podamos ver todas las cosas nuevas en Cristo.
49. ¡Nuestra Señora de Monserrat acompáñanos en el camino, recíbenos como colaboradores de la misión de esperanza que tu Hijo Jesús realiza en el mundo!
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