Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

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Homilía en la fiesta de San José

Homilía en la fiesta de San José

Lecturas: 2° Samuel 7,4-16.  Romanos 4,13-22 y Lucas 2,41-51

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ 

Cuando María recibió el anuncio del ángel tendría unos 15 años. En aquella época la vida era muy breve. Muy poca gente llegaba a los 50 años, por lo tanto las jóvenes se casaban en cuanto podían ser madres. José tendría algunos años más, unos 20. Las imágenes del San José adulto o viejito no tienen base en la realidad. Eran dos jóvenes de Nazaret que se habían enamorado y ya estaban comprometidos para casarse. Dios interviene en sus vidas. No las invade, les propone un proyecto enrome, de consecuencias increíbles. En primer lugar a María. Aquella jovencita pobre y humilde, que caminaba descalza e iba a la fuente con un cántaro de barro, recibe la propuesta más profunda y bella que han escuchado los oídos humanos.

Piensa en ella, su respuesta no es ni obligada ni  ingenua: “He aquí la esclava del Señor hágase en mi según tu palabra”. Y queda embarazada sin intervención de un varón, por obra del Espíritu Santo. La Palabra se hizo carne en María y habitó entre nosotros. No se sentía libre de comunicárselo a su novio. Dios vería qué hacer. El pobre José no entendía nada. Confiaba plenamente en su prometida. El no la había tocado. Debió pasa días muy duros decidiendo dejarla sin hacer escándalo. Hasta que Dios le comunica la vedad. En ese momento el joven José podía haber rechazado el plan de Dos, pero lo amaba demasiado, igual que a su novia. Y acepta. El ángel le dicé: Tú le podrás el nombre de Jesús (Mt 1,21). Con ello le está dando toda la función de padre.

El profundo amor de José a Dios, a María y a Jesús compensó ampliamente el sacrificio que Dios le pedía. En estas páginas del evangelio hay un ambiente de castidad. Eso no significa de ninguna manera desprecio por lo sexual. Dios todo lo hace bien, y ha querido que las relaciones sexuales sean la forma privilegiada y más bella de manifestar el amor de una pareja. Pero estamos ante un caso muy especial. Ningún varón podía dar la naturaleza divina a Jesús. Jesús no podía tener un padre fisiológico, porque su Padre es Dios.

Pero ¿había amor entre María y José?. La mejor respuesta es la de Jean Guitton (teólogo francés del sg XX) en su libro “La Virgen María”:

“En general nos quieren hacer creer que María no amó a José realmente, sino que más bien encontró en él a un protector, a una especie de sombra que ocultaba a los demás lo que estaba ocurriendo en su seno. De manera semejante nos hacen creer que José amaba a María como un patriarca ama a una criatura que le ha sido confiada. Si así fuera, efectivamente, el amor no habría tenido lugar en su vida. Pero no fue así, José experimentó el amor de una forma absolutamente inexpresable. Fuerte como los torrentes de la montaña, tranquilo y suave como un lago sereno y con el frescor del agua de una fuente cristalina. El amor del hombre se amolda al amor de la mujer que como hábil educadora modera su impulso para que se transforme en cuidado y ternura que le hace capaz de recibir y dar. (La Vierge Marie, Aubier, Paris, 1949).

No eran semidioses, eran personas perfectamente humanas y como tales se amaron. Y el cardenal  Suenens – belga de los años del concilio- decía: “María amó a José como ninguna otra mujer ha amado a su marido. José era para ella una permanente fuente de alegría. Ambos se aman plenamente y en sintonía con el llamado que habían recibido. La renuncia a tener relaciones matrimoniales no era ningún obstáculo para el amor, al contrario, lo eleva y fortalece.”

La encarnación del Hijo de Dios no hubiera estado completa sin el aporte de su padre adoptivo. De la misma manera que nuestra vida ha sido  profundamente marcada por nuestro papá. María le dio la carne y junto con José moldearon su espíritu. José le enseñó muchas cosas. Jesús sintiendo la ternura de José descubrió la ternura de Dios Padre. Luego nos dirá que llamamos a Dios Abba (papito), porque así él llamaba a José.

Llama la atención que el evangelio nos diga tan poco de una figura tan grande. Ni siquiera  nos dice cómo y cuándo murió. Pero si no estaba al pie de la cruz acompañando a María es porque falleció antes. Y nada menos que en los brazos de Jesús y María. ¿Se imaginan qué muerte?

En un mundo tan super sexualizado, donde para mucha gente el sexo es lo único que importa, la figura de San José tiene un relieve especial.

Hoy la fiesta de nuestro colegio se va a celebrar con una Misa por internet. Quisiera pedir por los alumnos y exalumnos para que ya que se sienten tan orgullosos de ser del San José, se parezcan más a él.

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