Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

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Homilía del viernes 27 de marzo

Homilía del viernes 27 de marzo

Lecturas: Sabiduría 2,12-22. Salmo 33  y  Juan 7,25-30

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ 

El libro de la Sabiduría fue el último que se escribió en el A.T. Unos 200 años a.C. Por lo tanto manifiesta una revelación muy avanzada. “Sabiduría” significaba conocer y aceptar la voluntad de Dios. “sabio” era la persona que ponía en práctica los mandatos del Señor. Fue escrito por un judío en Alejandría, ciudad de Egipto en la que habitaban numerosos judíos. El libro tiene una característica muy especial, su autor pretende inculturar  la fe de Israel en la cultura de aquella gran ciudad. Teología judía y filosofía griega entraron en contacto en Alejandría. El autor de este libro pretendió entrar en diálogo con la cultura que les rodeaba superando el prejuicio de que Yahvé sólo podía manifestarse en Palestina y en hebreo. Se pretende robustecer la fe de los judíos inmersos en la cultura griega, para ello Sabiduría propone una nueva interpretación del Éxodo: Dios volverá a intervenir a favor de los que se mantengan firmes en la fe. Al mismo tiempo intentan un acercamiento a los paganos ofreciéndoles el conocimiento del Dios de los judíos y haciéndoles ver la superioridad de la Sabiduría israelita.

El Libro de la Sabiduría representa un estadio decisivo en la evolución del pensamiento religioso de Israel. El impacto debió ser radical. Representa el mayor esfuerzo de inculturación de la fe israelita, de todo el A.T. Es un esfuerzo audaz y sorprendente. Hace abundante uso de las categorías filosóficas griegas para actualizar y transmitir las tradiciones teológicas de Israel. Es por tanto el libro más revolucionario del A.T.

Una de sus grandes novedades aparece en el texto que leemos hoy. En él se hace una clara afirmación de la inmortalidad. Esta no depende de la naturaleza   del hombre sino de la relación con Dios. Para exponer esta  doctrina el autor nos presenta las ideas de los malvados: hagamos sufrir a los justos a ver  si su Dios los ayuda. “Lo someteremos a la prueba de las afrentas y la tortura para probar su temple y su paciencia. Lo someteremos a una muerte ignominiosa pues según dicen, su Dios les protegerá. Así piensan los malvados y se engañan porque no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable”. El autor afirma que la muerte no es una irremediable destrucción sino un tránsito. Los sufrimientos sirven para purificar al justo.

Este tema de la inmortalidad no estuvo nada claro para los judíos en los siglos anteriores. Creían que al morir iban a un lugar de descanso llamado el sheol, donde estaban como aletargados, sin gozar ni sufrir. Esperaban que saldrían de allí cuando llegara el Mesías. Hay un salmo que dice bien claro. “Son los vivos Señor los rque te glorifican, no los muertos que bajan al abismo.”

En el evangelio Jesús llega a Jerusalén después de sus amigos para una de las fiestas judías. Todo el mundo hablaba de él preguntándose si era o no el Mesías. Jesús lo vuelve a afirmar. Sabía que al hacerlo se jugaba la vida. Ya eran muchos los que estaban en contra y querían detenerle “pero nadie se atrevió porque no había llegado su hora”.

El salmo de hoy (el 33) nos dice: El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos, aunque el justo sufra muchos males, de todos los librará el Señor.

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