Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

Publicado por
Homilía del jueves 26 de marzo

Homilía del jueves 26 de marzo.

Lecturas: Éxodo 32,7-14. Salmo 105. Juan 5, 31-47.

P. fernando Jiménez Figueruela SJ 

Jesús da testimonios según las leyes judías, que sirvan para avalar su  verdad: las obras divinas que realiza, y las Escrituras. Para creer, es necesario dejar que su Palabra habite en nosotros. Jesús reprocha a sus contemporáneos no haber escuchado realmente a Moisés: «si creyeran en Moisés, creerían también en mi». Para Jesús, está claro que no podemos amarle si primero no le  creemos. La fe es fundamental, porque es el paso previo al  amor. Por eso, hemos de fomentarla y cuidarla. No podemos jugar con la fe, ponerla en peligro. ¿Alguna vez he pensado cómo sería mi vida sin fe en Cristo?

La primera lectura nos presenta a Moisés que baja del cerro del Sinaí, donde había estado hablando con Dios. Se encuentra al pueblo adorando la imagen de un becerro al que aclamaban diciendo: ¡este es tu Dios Israel, el que te sacó de Egipto!. Muy pronto se habían olvidado de Yahveh el Dios vivo y verdadero. Entonces se enciende la ira de Dios contra ellos y amenaza con destruirlos. Moisés intercede por su pueblo y el Señor los perdona. A lo largo del Antiguo Testamento aparecen numerosos castigos de Dios. Son medidas pedagógicas. El va educando a su pueblo que era terco y de dura cerviz como un papá hace con su hijo. Pero a medida que la fe del pueblo va madurando, tras largos siglos, Dios actúa de otra manera. En el evangelio Jesús nunca habla de castigos. El Dios que Jesús nos muestra es el papá tierno y amoroso. Nos exige, pero entiende nuestras debilidades y las perdona.

El texto del evangelio es la continuación del pasaje que leíamos ayer, la curación del paralítico en la piscina. Ante los fariseos que se le enfrentarlo por hacer el milagro en sábado Jesús les recuerda la Ley le Moisés. Los judíos no aceptan todavía su palabra. Quieren ver hechos pero tampoco interpretan bien los hechos. Jesús entonces presenta testimonios: Yo no puedo dar testimonio de mí mismo, no lo aceptarían. Pero sí hay quienes dan testimonio de mí. El primero es Juan, el Bautista, el Precursor: este es el Cordero de Dios, este es el que quita el pecado del mundo. Ese da testimonio de Jesús. O cuando  vienen mensajeros de Juan a preguntar si tú eres el Mesías o debemos esperar a otro, Jesús les dice: cuéntenle simplemente esto, que los ciegos ven, que los cojos caminan, que los muertos resucitan.

Son  las obras de Cristo las que dan testimonio de Él. La gente está admirada. Llenas de entusiasmo.  Todos menos algunas de las autoridades religiosas. En el colmo de su cerrazón dicen que lo hace por el poder del demonio. En nombre del demonio. El Padre da testimonio de Jesús: Este es mi Hijo, escuchadle. Tampoco escuchan la voz del Padre que se suponía era el Dios al que adoraban. Por eso Jesús tiene que decir: "El Padre que me ha enviado es el que da testimonio de mí".

Es un rechazo de Jesús, a través de los profetas, a través de sus obras, a través del Padre, a través de Moisés.

La situación que vivimos estas semanas pone en cuestionamiento a fe de mucha gente. Tenemos que afirmar que Dios no está detrás de cada catástrofe moviendo sus hilos. Esa es una visión pobre e ingenua de Dios y sobre todo totalmente falsa. Dios no podía crear “otros dioses”, cualquier ser creado es necesariamente limitado, contingente, y esa limitación también se encuentra en la naturaleza. Esta tiene sus leyes que a veces nos dañan mucho y otras nos favorecen. Dios sufre con nosotros. Nos ha dado una inteligencia capaz de hacer maravillas. Nos alienta para enfrentar los males con todos los medios. Nos da esperanza y nos ayuda a ser solidarios. De la pandemia podremos sacar bienes. Terminemos con la invocación del salmo, ¡Acuérdate de nosotros, Señor, por amor a tu pueblo!

 

 

AlumniSJ
Administrador

«Ser el principal y mayor punto de encuentro de todos los Antiguos Alumnos Jesuitas del Perú y del Mundo, así como de los Alumnos, familiares, colaboradores y amigos de todas las instituciones educativas y obras jesuitas alrededor del mundo»... es nuestro mayor sueño.

Creemos que un Mundo Mejor es posible, seguimos el camino de San Ignacio a través de su deseo de “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, tratamos de ser verdaderos y dignos discipulos de Jesús, amigos, hermanos y compañeros de Jesús, siguiendo su ejemplo , el “hombre para los demás” por excelencia, que con su palabra y su ejemplo nos enseñó la fuerza transformadora del amor.