Homilía del martes 24 de marzo - El paralítico en la piscina

Homilía del martes 24 de marzo.

Lecturas: Ezequiel 47,1-9. Salmo 45. Juan 5,1-16.

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

En las dos lecturas de hoy aparece el agua como símbolo de vida y salvación. Vida no solo material, también representa la vida del Espíritu en nosotros. Israel, hasta ahora, es un país muy seco por lo que el agua es un verdadero tesoro. Ezequiel vivió la experiencia del exilio en Babilonia, había sido sacerdote en el Templo de Jerusalén.  Dios le dio  la misión de alentar y fortalecer la fe del pueblo en momentos de tanto sufrimiento. Fueron llevados a la fuerza a una tierra extraña donde volvieron a ser esclavos como sus antepasados en Egipto. El Profeta tiene una visión, del templo de Jerusalén brota gran cantidad de agua que fecunda la tierra. El templo que estaba destruido. A pesar de ello volverá a ser el centro del culto de Israel, de él seguirá brotando la salvación  hasta la llegada de Jesús, Templo único y definitivo.

Y en el evangelio vemos una piscina donde a veces se curaban los enfermos. Un paralítico llevaba 38 años esperando hasta que Jesús lo encuentra y lo cura. Nosotros nacemos a una vida nueva por el agua bautismal. El agua natural que nos da la vida se convierte en el bautismo en el signo que nos da la vida cristiana. ¿Creemos que el bautismo es lo más importante que ha pasado en nuestra vida?. Si creemos en Jesús tendremos que afirmar que sí. El Papa Francisco dijo una vez que para él era más importante el día que le bautizaron chiquito en Buenos Aires, que el día que lo eligieron Papa. Y es verdad. El día del bautismo Dios nos reconoció como hijos, Cristo nos aceptó como hermanos y nos hizo miembros de su comunidad. Y el Espíritu Santo comenzó a habitar en nosotros. Por eso ante un niño recién bautizado nos tendríamos que arrodillar igual que ante el sagrario porque es templo vivo de la Trinidad.

En el evangelio leemos, una vez más, que Jesús hizo el milagro en sábado y mandó al ex paralítico que fuera a su casa cargando la camilla. Los fariseos en vez de admirar el milagro y dar gracias a Dios por él le dijeron: “hoy es sábado y no se puede cargar la camilla”. Y el evangelio añade: “por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.”

La cerrazón del corazón humano pude frustrar el proyecto de Jesús como les ocurrió a los fariseos. Termino citando el salmo que me parece totalmente actual.

“El Señor está con nosotros.

Dios es nuestro refugio y fortaleza. Poderoso protector en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra y los cerros se desplomen en el mar.”