Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

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Homilía del martes 17 de marzo

HOMILIA DEL MARTES 17.

Lecturas: Libro de Daniel 3,34-43. Salmo 24 y Mateo 18,25-31

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ 

El libro de Daniel del que está tomada la primea lectura nos presenta la situación de los judíos exiliados a Babilonia. El año 589 a.C. después de un largo asedio, Jerusalén y el Templo fueron arrasados. Del magnífico templo que construyó Salomón no quedó piedra sobre piedra. La clase dirigente de Israel fue llevada al exilio. Los  campesinos siguieron labrando la tierra, pero para otros dueños.  Para el pueblo judío fue una crisis terrible. También crisis religiosa pues pensaban que si el templo había sido destruido tal vez los dioses de Babilonia fueran más poderosos que el Señor Dios de Israel.

Pero la época del exilio les sirvió para purificar y profundizar su fe. Fue un tiempo de profunda reflexión y mucha maduración espiritual. El conocimiento de Dios que tenían los judíos se fue profundizando. La revelación dio un salto cualitativo. Recordemos que a lo largo del A.T. Dios se fue dando a conocer poco a poco a su pueblo. Como un buen pedagogo que se adapta a la mentalidad de su alumno. En el texto de hoy, Azarías reconoce que no tienen ni templo, ni altar, ni sacrificios para alabar al Señor, y ahí viene la gran novedad: el culto interior que brota del corazón puede suplir al culto externo. “Por eso acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humillado como un holocausto, (sacrificio en el que la víctima era totalmente consumida por el fuego), de toros o carneros, que este sea hoy nuestro sacrificio y que te sea agradable. El culto a Dios se interioriza, no depende ya de sacrificios de animales, sino de corazones puros.

En el evangelio Jesús nos dice que el corazón puro se caracteriza por su capacidad de perdón. Perdonar hasta setenta veces siete significa hacerlo siempre. En la Biblia los números no tienen carácter aritmético sino simbólico. “7” representa la perfección, setenta veces siete era la perfección total y absoluta. La capacidad de perdón es la perfección en el cristianismo. A leer la parábola vemos la diferencia enorme entre los diez mil talentos, unos diez mil dólares de hoy, y los cien denarios equivalentes a cien soles. El siervo al que se le perdonó una cantidad tan grande no fue capaz de perdonar a su compañero una cantidad mucho menor. Nos indigna la actitud de ese hombre. Pero nos tenemos que aplicar la parábola.

¡Cuántas veces el Señor nos ha perdonado y qué incapaces somos nosotros de perdonar!. En este tema hay que tener en cuenta que el deseo de perdonar, aunque aún no lo consiga, ya nos pone en el camino del perdón. Porque hay personas que ni se plantean la posibilidad de hacerlo. A veces decimos ¡cómo quisiera perdonar, pero no puedo!, si es así vas por el buen camino, siempre pidiendo a Cristo que nos ayude a perdonar porque con nuestras propias fuerzas sería imposible.

La persona que se siente profundamente amada y perdonada por Jesús hará lo mismo por los demás. Y recordemos que en el perdón, siente más felicidad el que perdona que el que es perdonado.

Queridas amigas y amigos: hoy Tacna está desierta ya se siente más el aislamiento. Somos tres, Javier Quirós, Miguel Angel Carbajal y yo. Varios de Uds los conocen. Un gran abrazo para tod@s.

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