Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

Escrito por
Homilía del Domingo 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada

Domingo 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada.

Lecturas. Génesis 3,15-20. Efesios 1,3-12  y  Lucas 1,26-38

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ 

Este domingo se puede celebrar la misa de la Inmaculada o la del 2º domingo de Adviento. Les presento la homilía sobre la Inmaculada. Esta fiesta es muy entrañable porque todos nosotros amamos con ternura al la Virgen y además muchos de Uds. hicieron la Primera Comunión un día como hoy. María fue concebida sin pecado original. ¿Y eso qué significa?. Por pecado original entendemos aquella situación que engendra incapacidad para amar. Un encerrarse en sí mismo. Una imposibilidad de relacionarse adecuadamente con los tres grandes ejes sobre los que se sitúa la condición humana: el mundo, las demás y Dios. Todos, menos la Virgen, hemos nacido en este ambiente de pecado y de alguna manera somos solidarios con él. María por un don maravillo de Dios, se vio  libre de todo egoísmo. Nada en ella se opuso a Dios. Fue para El totalmente y desde el principio de su vida. Así la preparó Dios para ser madre de su Hijo. Pero ella intervino activamente aceptando el proyecto de Dios para su vida desde el momento que lo conoció por el anuncio del ángel, como leemos en el evangelio de hoy. Pero ser inmaculada no la hizo alejarse de nosotros. Fue verdaderamente humana, sufrió, creyó, tuvo mucha necesidad de la fe y esperó contra toda esperanza al ver morir a su Hijo. Todo lo humano tuvo en ella su plenitud porque no estaba ensombrecido por la huella del pecado.

Pero este don de Dios no es sólo para María, es para toda la humanidad. Dios nos invita a colaborar en su plan de salvación y nos asegura su triunfo, La salvación que Dios nos ofrece no va a quedar frustrada por la maldad humana. María Inmaculada representa la plenitud de la humanidad. Hasta dónde podríamos llega si aceptamos a Dios en nuestras vidas. Por fin apareció un ser humano que es todo pureza y bondad, es posible un nuevo comienzo para toda la humanidad. En María Inmaculada se realizan todos nuestros sueños de ser mejores. Creer que está “llena de gracia” significa admitir que Dios como bondad, alegría, rectitud, equilibrio, libertad y sobre todo amor incondicional, se dio plenamente a esta sencilla joven de Nazaret. Y que quiere hacer lo mismo con nosotros. La plenitud de gracia potencia toda su vida, hace que todas sus cualidades humanas lleguen al máximo esplendor. Al igual que para María, nuestro presente y futuro puede ser de gran plenitud.

Contemplando la escena del evangelio vemos a una humilde jovencita de Nazaret, pueblo sin importancia, que recibe el anuncio del ángel. Palabras sorprendentes que la llenan de temor, por eso en ángel le dice que no tema. María pregunta, quiere conocer lo que Dios desea de ella, y al saberlo lo acepta con plena lucidez y libertad. Me imagino al universo entero conteniendo el aliento hasta escuchar su respuesta. Y al aceptar María, ¡hágase en mi según tu palabra!. La Palabra de Dios, el Hijo Eterno del Padre, se hace hombre y comienza a habitar entre nosotros.  Esta escena manifiesta lo que es la vida cristiana: aceptar el proyecto que Dios tiene para nosotros. Ojalá que todos le digamos cada día al Señor ¡Hágase en mi según tu palabra!. Así  la Palabra se sigue encarnado en nuestras vidas, Cristo se une íntimamente a cada uno y nos convertimos en sus discípulas y discípulos. En la festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, no conmemoramos algo muy alejado de nosotros, muy por encima de nuestra vida cotidiana. Todo lo contrario, creemos que es en ella donde podemos realizar, como María, el proyecto de Dios, que no es otro que seamos felices.

AlumniSJ
Administrador

«Ser el principal y mayor punto de encuentro de todos los Antiguos Alumnos Jesuitas del Perú y del Mundo, así como de los Alumnos, familiares, colaboradores y amigos de todas las instituciones educativas y obras jesuitas alrededor del mundo»... es nuestro mayor sueño.

Creemos que un Mundo Mejor es posible, seguimos el camino de San Ignacio a través de su deseo de “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, tratamos de ser verdaderos y dignos discipulos de Jesús, amigos, hermanos y compañeros de Jesús, siguiendo su ejemplo , el “hombre para los demás” por excelencia, que con su palabra y su ejemplo nos enseñó la fuerza transformadora del amor.