Domingo 7 de julio, 14 del tiempo ordinario.
Lecturas: Isaías 66,10-14. Gálatas 6,14-18. y Lucas 10,1-20.
P. Fernando Jiménez Figueruela SJ
En las tres lecturas de hoy hay un tema común: el ser llamados por el Señor y enviados al mundo para ser continuadores de su misión. Eso es lo que nos identifica como cristianos. Somos pecadores, limitados, pero llamados al seguimiento del Señor. La primera lectura es del tercer Isaías. (Nuestro libro del mismo nombre contiene las palabras de tres profetas que vivieron en distintas épocas). El llamado tercer Isaías vivió en la época del regreso de los israelitas a su tierra después del exilio de Babilonia que duró unos 50 años. El texto que leemos hoy está lleno de alegría y esperanza. Dios ha sido fiel a su pueblo y después de la terrible tragedia de la destrucción de Jerusalén y del Templo, y los largos años de esclavitud en Babilonia, les devuelve la libertad. Pero con un compromiso, no dar la espalda nuevamente al Señor practicando la idolatría y la injusticia, que fueron los graves pecados históricos de Israel. Regresaban para ser fieles al Señor. Tienen que construir de nuevo una sociedad justa y solidaria como fue al principio.
En la segunda lectura, San Pablo, el enviado por Jesús a evangelizar a los pueblos paganos, muestro su alegría de seguir a Cristo, el mismo que por él murió en la cruz. Por eso para Pablo la cruz es un signo de victoria. Cristo ha vencido el poder del mal con su amor que le llevó a la muerte. El cristiano ya participa de esta victoria. Al ver tanto mal en el mundo podemos caer en el pesimismo, pensar que esa situación no tiene solución. También en la época de los apóstoles el mal lo invadía todo. Recordemos como era la sociedad romana. Pero el poder de Cristo victorioso es mayor que todo el mal del mundo, y nosotros venceremos el mal en la medida en que estemos muy unidos a Jesús.
El evangelio es todo un programa simbólico de aquello que nos espera a los seguidores de Jesús. Vivir nuestra situación concreta pero anunciando el evangelio. El número 72 es simbólico, expresa una multitud. En la Biblia los números no tienen valor aritmético sino simbólico. Jesús no les oculta las dificultades que les esperan. Los envía como corderos en medio de lobos. Y les pide que vayan ligeros de equipaje, así serán portadores del evangelio de la paz. Los discípulos regresaron llenos de alegría:¡Señor hasta los demonios se nos someten en tu nombre!. Confiaron en Jesús y tuvieron éxito. ¿Somos conscientes de que el futuro de la fe está en nuestras manos?. Desde luego depende de Dios, pero El no lo va ha hacer sin nosotros. ¿Nos da lo mismo que la fe desaparezca de nuestro horizonte?. Si creemos que merece la pena vivir al estilo de Jesús tenemos que contagiarlo. Sin actitudes proselitistas, con mucho respeto y cariño por la gente que no cree. Tal vez el testimonio de nuestra vida y nuestra fe anime a otras personas a conocer y seguir a Jesús.