Domingo 5 de enero, Festividad de la Epifanía del Señor.
Lecturas: Isaías 60,1-6. Efesios 3,2-6. y Mateo 2,1-12.
P. Fernando Jiménez Figueruela SJ
“Epifanía” significa “manifestación”. Hoy recordamos que Cristo recién nacido se manifiesta a todos los pueblos representados por los magos de oriente. El evangelio nos dice: “se presentaron en Jerusalén unos magos de oriente”. Fíjense que no dice que fueran tres ni reyes. El tema de los tres reyes magos y sus nombres, es una tradición muy antigua, de los primeros siglos de la iglesia, pero no está en el evangelio. Se llamaban magos a hombres estudiosos, inquietos por conocer los secretos de la naturaleza. Serían sin duda personas honestas, buscadores de la verdad. Probablemente su religión no les contentaba, buscaban algo más y mejor. Sintieron una inquietud que les impulsó a viajar en busca de un ideal. Por eso se pusieron en camino. Alguien dijo que no se lanzaron a caminar porque vieron una estrella, sino que la vieron porque iniciaron su aventura. Para ellos conocer a Cristo recién nacido fue la respuesta a su búsqueda. Contrasta mucho con esta honestidad de los magos la mentira de Herodes, que es el tipo diametralmente opuesto. Buscaba solo mantener su poder. Ya sabemos lo que fue capaz de hacer para lograrlo.
La manifestación a los magos rompe el exclusivismo religioso de Israel. Los judíos se sentían el pueblo elegido, los únicos conocedores del Dios Vivo. Y despreciaban a los demás. Este exclusivismo fue necesario en el Antiguo Testamento para darles cohesión e identidad. Pero desaparece con la llegada de Jesús. El viene para salvar a todos los pueblos y a todas las gentes. El nuevo pueblo de Israel será la iglesia compuesta por personas de todas las razas y culturas. La palabra “católica” significa universal. Hoy la iglesia es más católica que nunca en los veinte siglos de su historia, porque hoy es verdaderamente universal. Está presente en todos los continentes. Durante muchos siglos se identificó lo católico con la cultura occidental. Por ejemplo los seminaristas japoneses tenían que aprender latín para poder celebrar la misa. Es como si hoy nuestros seminaristas tuvieran que aprender una lengua extraña que se hablaba en el Japón veinte siglos atrás……Todo esto cambió con el Concilio Vaticano II que nos recuerda que la iglesia se tiene que inculturar. Ninguna cultura tiene la exclusividad del cristianismo. Pueden vivir la fe en Jesús toda clase de personas sin renunciar a sus valores culturales. Esta inculturación se nota especialmente en la Liturgia. Las misas en la India o en Africa son tan validas como las nuestras aunque tienen algunos ritos diferentes. Nos da mucha alegría que en la sierra del Perú se digan las misas en quechua, y toda la pastoral sea en la lengua materna de la gente.
¿Qué nos dice a nosotros este episodio de los magos?. Que la fe en Cristo puede iluminar el intenso cambio social que vivimos. Hoy estamos pasando de una religiosidad sociológica - soy católico porque nací en el Perú – a una religiosidad más personal, plenamente asumida: Creo en Jesús porque da sentido a mi vida. Cada vez somos menos los creyentes, pero lo importante es dar un testimonio coherente con nuestra vida. Hay mucha gente buena, honesta y luchadora por un mundo mejor que no cree en Jesús. A nosotros la fe nos motiva para ser así. Solo desde un compromiso real por la justicia y la solidaridad podremos hablar de Cristo y dar testimonio de El. Sin lo anterior nadie creerá en nuestras palabras.