Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

Escrito por
Homilía del Domingo 15 de septiembre, 25 del Tiempo Ordinario

Domingo 15 de septiembre, 25 del Tiempo Ordinario.

Lecturas: Éxodo 32, 7-14.  1ª Timoteo 1,12-17. y  Lucas 15, 11-32

P. Fernando Jimenez Figueruela SJ

La Parábola del hijo ingrato que leemos hoy es uno de los relatos más bellos del evangelio. En la figura del padre de familia que sale corriendo al encuentro de su hijo que tanto le había hecho sufrir, tenemos el mejor retrato de Dios de toda la Biblia. No hay pasaje en ella donde aparezca con tanta claridad la ternura y el amor paternal de nuestro Dios. La inmensa alegría del retorno del hijo ingrato, nos hace ver la gran pena que produjo su partida. El  hecho de que un hijo pidiera la parte de la herencia, en vida de su papá, en aquella cultura, era inaudito, hiriente. Pedir la herencia por adelantado era tanto como desear la muerte del padre. Por tanto la salida del hijo menor es un hecho mucho más ofensivo de lo que pudiera parecer a primera vista. Al comprender la magnitud de la ofensa veremos con más claridad la grandeza del perdón.

El "país lejano" es el mundo en el que se ignoran todos los valores del hogar, allí donde no hay nada de lo que en la casa se consideraba sagrado. La parábola nos dice que fue enviado a cuidar chanchos. Eso para un judío era lo más bajo en que se podía caer. Era una indignidad y vergüenza porque consideraban a esos animales impuros y tan solo su cercanía volvía también impura a la gente. El hijo menor se sentía cada vez menos reconocido. Los “amigos” le habían hecho caso en la medida en que podían utilizarlo para sus fines. Luego dejó de serles útil y le dieron la espalda. Se fue sintiendo radicalmente solo y entonces cayó en la cuenta de que iba por un camino de muerte.  Su regreso estuvo lleno de ambigüedades. No fue por puro amor a su papá. Pasaba hambre y añoraba las comodidades de la casa paterna.

El padre sale corriendo a su encuentro. Ni siquiera le da la oportunidad de disculparse. Hace suya la súplica del hijo perdonándole espontáneamente y dejando a un lado sus ruegos. La entrega del anillo y las sandalias supone devolverle la dignidad de heredero. Los pies descalzos significan pobreza y esclavitud, los zapatos y anillos eran para los ricos y poderosos. Dios viste a sus hijos con los signos de la libertad. Y se organiza la fiesta. Nos cuesta imaginar a Dios en una fiesta. Parece que esa imagen está en contradicción con la solemnidad y seriedad que le atribuimos. Pero la celebración del banquete es imagen frecuente del reino de Dios (Mt 8,11. Mt 22,4. Ap 19,6-9) Nos resistimos a vivir una religión  llena de alegría.

En contraste con el amor del padre vemos la mezquindad del hijo mayor. El extravío de esta persona es más difícil de percibir. Al fin y al cabo todo lo hacía bien. Pero bajo esa perfección se escondía  una personalidad resentida. Puede haber mucho resentimiento entre los justos y los rectos. Hay mucha condena a los demás entre los que se creen santos. Hay mucha ira entre la gente preocupada "por evitar el pecado". Las palabras del hijo mayor son farisaicas, autocompasivas y celosas. Sus palabras "ese hijo tuyo" marcan la distancia con el hermano pequeño y también con el padre. El padre sale también para recibir al mayor. "Todo lo mío es tuyo",  no puede haber una afirmación más clara del amor sin límites del padre por el hijo mayor.

¿Hemos experimentado alguna vez el amor desbordante de Dios que sale a nuestro encuentro?. ¿Con cuál de los personajes de la parábola nos identificamos más?

AlumniSJ
Administrador

«Ser el principal y mayor punto de encuentro de todos los Antiguos Alumnos Jesuitas del Perú y del Mundo, así como de los Alumnos, familiares, colaboradores y amigos de todas las instituciones educativas y obras jesuitas alrededor del mundo»... es nuestro mayor sueño.

Creemos que un Mundo Mejor es posible, seguimos el camino de San Ignacio a través de su deseo de “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, tratamos de ser verdaderos y dignos discipulos de Jesús, amigos, hermanos y compañeros de Jesús, siguiendo su ejemplo , el “hombre para los demás” por excelencia, que con su palabra y su ejemplo nos enseñó la fuerza transformadora del amor.