Homilías

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ

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Homilía del Domingo 13 de octubre, 28 del Tiempo Ordinario

Domingo 13 de octubre, 28 del Tiempo Ordinario

Lecturas: 2º Libros de los Reyes 5,14-17. 2ª Timoteo  2,8-13.  y  Lucas 17,11-19.

P. Fernando Jiménez Figueruela SJ 

El agradecimiento es el tema de la primera lectura y del evangelio. En la antigüedad la lepra estaba muy extendida. Esa enfermedad horrible obligaba a los afectados a dejar su casa y vivir por los cerros solos o con otros enfermos porque era muy contagiosa. Al tremendo dolor físico se añadía la pena de dejar a la familia. Era casi imposible curarse de este mal, por ello cuando ocurría algunas veces el agradecimiento era enorme. Naaman el sirio es curado de la lepra por ei poder del Dios de Israel, igual que los diez  leprosos del evangelio. Naaman agradece profundamente a Dios su curación. Pero de los diez leprosos curados,  solo uno regresa para agradecerle a Jesús lo que ha hecho por él. Y era un samaritano, los otros que se suponían eran judíos no regresaron, por eso el Señor le pregunta ¿dónde están los otros nueve?. Nosotros ¿agradecemos a Dios todo lo que nos da cada día?, ¿cuándo ha sido la última vez que le hemos dicho: “hoy Señor no vengo a pedirte nada, solo vengo a darte gracias por todo.” Sería muy bueno que en algún momento escribiéramos una lista de todos los dones que nos ha concedido Dios: la vida, la fe, la familia, el trabajo, la salud… tal vez llenaríamos la página. Tenemos que ser muy agradecidos. Muchas veces al día dar gracias a Dos. Al despertar, al llegar al trabajo, mientras nos desplazamos por la ciudad, al regresar a la casa cansados tras la jornada de labor, pero felices, y antes de dormir. Gracias señor, gracias Señor…

La gratitud es una actitud ante la vida. Sentir que todo lo bueno y bello que nos rodea es un regalo que no hemos merecido. Es descubrir que lo más real de nuestra vida es haber sido creados por Dios.  Sentirme criatura entre muchas otras, humanas y no humanas. Nunca somos más personas, más mujeres o varones que cuando aceptamos la realidad y esa realidad es que somos criaturas de Dios, por eso alguien dijo que cuando nos arrodillamos ante el Señor es cuando alcanzamos nuestra plena estatura. Lo contrario es vivir en el engaño de creernos dioses.

La actitud de agradecimiento tiene más impacto en nuestras vidas de lo que pensamos. Muchas veces las personas que no agradecen nada a Dios tampoco lo hacen con sus semejantes. No aceptan el ser “regalados” porque eso les obliga a corresponder. Para practicar el agradecimiento tenemos que abrir el corazón, pero eso nos hace vulnerables. Un corazón abierto puede ser herido, pero un corazón cerrado se seca. Yo te reconozco a ti por lo que eres, por tus virtudes, por tu forma de ser, y te doy gracias por formar parte de mi vida enriqueciéndola con tu presencia. Eso vale tanta para nuestras relaciones interpersonales como con nuestro relación con Dios. Nuestro agradecimiento para ser sincero debe ser libre y espontáneo. No como el que paga con fastidio una deuda. La misma Psicología reconoce el valor de la actitud de agradecimiento para tener una vida equilibrada. Dice que cuando encontramos algo por lo cual estar agradecidos, por más pequeño que sea, y mantenemos ese sentimiento de gratitud por 15 a 20 segundos, nuestro cuerpo experimenta varios cambios fisiológicos sutiles y beneficiosos. Esta actitud de gratitud ante Dios y la vida estuvo muy presente en San Francisco de Asís, cuya fiesta celebramos el día 4. Era el hermano universal, ¡alabado seas mi Señor! Era su oración constante y por ello se sentía hermano del agua y del fuego, del sol y de la luna. Y sobre todos del os más pobres y abandonados. No puedo resistir la tentación de enviarles su famoso poema.

HIMNO DE SAN FRANCISCO

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
Tuyas son la alabanza, la gloría y el honor;
Tan solo tú eres digno de toda bendición,
Y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor,
Y en especial loado por el hermano sol,
Que alumbra, y abre el cielo, y es bello en su esplendor,
Y lleva por los cielos noticias de su autor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
Y las estrellas claras, que tu poder creó,
Tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
Y brillan en los cielos: ¡loado mi Señor!.

Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
Que es útil, casta, humilde:¡loado mi Señor!.
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,
Y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado mi Señor!.

Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
La hermana madre tierra, que da en toda ocasión
Las hierbas y los frutos y flores de color,
Y nos sustenta y rige: ¡loado mi Señor!

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
Los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
Porque les llega el tiempo de la consolación!

Y por la hermana muerte: ¡loado mi Señor!
Ningún viviente escapa a su persecución,
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

¡No probarán la muerte de la condenación!
Servirle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas load a mi Señor. Amén

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