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CAMBIO DE ESPÍRITU Y ACTITUD
Un punto muy importante es la colaboración con los laicos. En esto, siguiendo la Congregación General, y sobre todo el Concilio Vaticano II, nuestra actitud ha cambiado bastante. Tal vez hasta hace pocos años parecía que érais vosotros los laicos quienes habían de colaborar con nosotros, pero dirigidos por nosotros: era el laico subordinado al religioso. Hoy reconocemos el valor de vuestro trabajo y nos sentimos mutuos colaboradores en obras comunes en las que con gusto reconocemos·en muchos casos vuestra superioridad. Es decir, no se trata de aceptar vuestra subordinada colaboración, porque no tenemos suficientes jesuitas; sino que queremos colaborar con vosotros en obras comunes en que reconocemos vuestra superioridad; es una colaboración de igual a igual en la que vosotros podéis aportar una serie de conocimientos y experiencias en que nosotros somos y quizá debemos ser absolutamente ignorantes e inexpertos.
Por eso vuestra labor es de signo muy diferente de la que fue hace unos años y nosotros sentimos más que nunca el valor de vuestro trabajo que queremos apreciar en todo lo que vale.
Por lo tanto tenemos que reconocer que el individualismo y a veces el deseo de sobresalir en que os hemos formado no pocas veces y que vosotros habéis continuado fomentando en la vida, debe ser transformado en deseo de servir y si se desea ser eminente en vuestra profesión u otro género de valores humanos es no por egoísmo o por propia satisfacción, sino para poder ser más útil a los demás: algo que en apariencia es algo utópico e irrealizable, pero que en realidad constituye un ideal que atrae a la juventud de hoy y que le inspira grandes esfuerzos y sacrificios enteramente desinteresados. Aquello que he formulado como "personas para los demás" (hombres y mujeres) tiene precisamente ese significado. Para mí constituye el ideal del "Ratio studiorum" de la Compañía expresado en términos modernos que, además, de darle la máxima profundidad, puede ser aceptado incluso por los que no tienen fe: es el ideal del "filántropo" (incluso ateo).
Ese es hoy el hombre que queremos formar en nuestros Colegios. Significa que los que han salido ya de nuestras Instituciones y por una razón u otra no tienen esa mentalidad, deben tratar de entender y practicar lo que eso significa, pues ésta será con el tiempo -y debería serlo también hoy- una de las características de nuestras AA. AA. Por lo tanto para poder colaborar en una misma asociación es indispensable que se tenga unidad de criterio en este punto fundamental.
Hay otra circunstancia que se está modificando rápidamente. Me refiero al número de Asociaciones que van saliendo de nuestras escuelas profesionales y escuelas gratuitas y populares a las que asisten muchachos de escasos recursos, hijos de trabajadores y humildísimos campesinos. La Compañia está muy interesada en que así como no quiere que ningún posible alumno quede eliminado de nuestros Colegios por falta de recursos económicos, así desea que las AA. AA. estén abiertas a toda clase de ex-alumnos, sea cualquiera la clase social a que pertenecen. El Evangelio no reconoce clases. Todos somos hijos del mismo Padre, y la Compañía, por ello,no quiere hacer distinciones y desea que todos sean tratados por igual en cuanto sea posible.
Esto que hasta hace pocos años hubiese sido impracticable, y tal vez inadmisible, hoy es una exigencia . De no reconocerlo así nos sentiríamos "anti-evangélicos" y "anti-testimonio", cosa que ninguno de vosotros querría tolerar.
Otro detalle es el número de muchachas que hoy acuden a nuestras Instituciones educativas . Esto ciertamente no es un fenómeno nuevo, sino es por el número, que ha crecido notablemente, especialmente en nuestros Colegios de enseñanza media y primaria. Es un hecho que permitirá a nuestras asociaciones enriquecerse y completar sus posibilidades y ser mucho más eficaces y comprensivas para orientar sus actividades y tratar de ayudar a resolver los problemas humanos, familiares, sociales, etc. La mujer debe tener en nuestras asociaciones el lugar que le corresponde y esto no solamente por gentileza y "politesse" sino por justicia y reconocimiento de su persona humana que es tan imagen de Dios como nosotros los hombres.
No quiero con esto decir que las AA. AA. a pesar de estos cambios de actitud requeridos, hayan estado inactivas siempre y en todas partes. No, de ninguna manera. Ha habido y hay magníficos ejemplos, que aun que no sean muy numerosos, nos indican las posibilidades que se ofrecen y las realizaciones que cristalizan cuando hay algunos que saben aprovecharlas. No cito ningún caso particular por no caer en omisiones odiosas.