«El ideal de la educación jesuita demanda una vida de intelecto, una vida de integridad, y una vida de justicia y amoroso servicio a nuestros compañeros y compañeras y a nuestro Dios»

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Discurso del P. Peter Hans Kolvenbach SJ en el Congreso Mundial de Alumnos Jesuitas en Kolkata, 2003

Peter Hans Kolvenbach, S.J. 
CONGRESO MUNDIAL DE ALUMNOS/AS, KOLKATA. 
Enero de 2003.

"Donde la mente carece de miedo y la cabeza se mantiene erguida"

Me causa una inmensa alegría venir a esta gran ciudad de Kolkata, el corazón de la cultura bengalí, para participar en este Sexto Congreso de la Unión Mundial de Alumnos/as jesuitas, el primero de este tercer milenio. Para esta "Cumbre de Alegría" han viajado desde cerca y lejos, del Este y del Oeste, Norte y Sur, de 25 diferentes países del mundo, trayendo con ustedes una rica diversidad de culturas y profesiones, para experimentar la unidad de la familia mundial de alumnos/as jesuitas. Al saludarles y darles la bienvenida, también saludo y doy la bienvenida a millones de compañeros alumnos/as suyos que no pudieron venir hoy pero que se sienten representados a través de ustedes y unido con ustedes en este histórico evento.

Los que les une no es, seguramente, un sentimiento romántico, ni simplemente la memoria nostálgica del pasado, cuando fueron educados en una institución jesuita; sino la convicción de que su pasado compartido tiene un futuro común, que su historia de haber sido antiguos estudiantes de una escuela o de una universidad jesuita es también una profecía, que el privilegio de la buena educación que recibieron supone al mismo tiempo el reto de llegar a los menos privilegiados.

Este es el 30 aniversario de la conferencia capital del Padre Pedro Arrupe en el Congreso de Alumnos Jesuitas en Valencia, España. El título de esta conferencia, "Hombres y mujeres para los demás",se ha convertido en la fórmula clave para lo que los alumnos/as jesuitas pro- ponen a nivel mundial. Posteriormente Arrupe escribió:

Hoy nuestro principal objetivo educativo debe ser formar hombres y mujeres para los demás... gente que no pueda concebir un amor a Dios que no incluya amor por el menor de sus vecinos; hombres y mujeres totalmente convencidos que un amor de Dios que no se manifieste en justicia para los demás es una farsa. Este tipo de educación va directamente en contra de la tendencia educativa que prevalece prácticamente en todo el mundo.

El tema de este Sexto Congreso de la Unión Mundial de Alumnos/Alumnas Jesuitas se hace eco de la conferencia del Padre Arrupe focalizándose en la dignidad humana. El lema de este congreso, en las poéticas palabras de Rabindranath Tagore, un alumno jesuita, "Donde la mente carece de miedo y la cabeza se mantiene erguida", describe a una persona cuya dignidad humana es aceptada. . El principio fundamental sobre el que descansa el imperativo de honrar la dignidad humana es este: Todos somos hijos de Dios, hermanos y hermanas, miembros de una familia humana, debiendo todos tener respeto, estima y los derechos fundamentales como seres humanos. La educación jesuita, basada en la pedagogía de nuestro fundador, San Ignacio de Loyola, es una dinámica de relacionarse con Dios y al mismo tiempo con nuestros compañeros humanos y con el mundo que nos rodea, en una sola acción. Nuestra fe en Dios, muestra religión y plegarias, son estériles y sin sentido a menos que abran nuestros ojos a nuestros compañeros humanos en necesidad. Rabindranath Tagore expresa poderosamente esta misma idea en uno de sus poemas, en Gitanjali:

¡Déjate de salmodias y cánticos y rezos de rosario!

¿Qué adoras en esta oscura y solitaria esquina de un templo con todas sus puertas cerradas?

¡Abre los ojos y ve que tu Dios no está ante ti!

Está donde el embaldosador embaldosa la dura tierra y en donde el empedrador rompe piedras.

Está con ellos bajo el sol y la lluvia, y sus vestidos están cubiertos de polvo.

¡Quítate tu manto sagrado e incluso, como él, échate en el polvoriento suelo!

¿Liberación? ¿Dónde se encuentra esta liberación?

Nuestro mismo maestro ha tomado alegremente sobre sí las ataduras de la creación; está atado a nosotros para siempre.

¡Sal de tus meditaciones y deja a un lado tus flores y tu incienso!

¿Qué daño hay si tus ropas se ensucian y se hacen jirones?

Encuéntrale y mantente a su lado en el trabajo y en el sudor de tu frente.

La variedad de culturas, raíces y talentos con los que Dios ha honrado a la familia humana nos proporciona las inmensas riquezas de la diversidad, complementándonos y apoyándonos entre sí en nuestra experiencia humana compartida. El principio educativo jesuita, "alumnorum cura personalis" cuidado, preocupación y respeto individual para cada uno de nuestros estudiantes, emana del mismo principio fundamental. Y cada uno de ustedes y yo, como alumnos/as jesuitas han conocido la diferencia que ha supuesto este reconocimiento y respeto por nuestra dignidad humana, experimentada en nuestra educación jesuita. Nos apoya y nos da coraje conforme nos adentramos en áreas desconocidas e inexploradas de estudio o empeño humano en nuestra profesión. Porque nos ayuda saber que somos dignos de ser respetados y tomados en serio conforme luchamos en busca de soluciones, y buscamos llevarlas a la práctica para y con otros.

Las instituciones jesuitas en las que estudiaron fueron a menudo laboratorios en los que estudiantes llegados de campos sociales, económicos y culturales diferentes intentaron con éxito vivir en armonía, tolerancia y amistad. Incluso ahora, entre sus amigos y miembros de asociación pueden ustedes contar personas de comunidades diferentes a las suyas. Esta experiencia debería ahora urgirles a asumir proyectos que puedan tender puentes entre las diversas comunidades, a promover un diálogo interreligioso e intercultural, para trabajar por la paz y la armonía comunal. En nuestro mundo, donde ideologías contrapuestas, conflictos étnicos, y la intolerancia y el fundamentalismo religioso han causado tanto sufrimiento y opresión, veo un papel especial a representar por los alumnos/as jesuitas.

A la luz de lo que he dicho, tenemos elreto, con dos aspectos, de garantizar que todoslos hombres y mujeres puedan vivir con dignidad. El primero es un reto de actitud. ¿Creemos realmente que todos los hombres y mujeres cualesquiera sea su país, religión, color, cultura, idioma son nuestros iguales, nuestros hermanos y hermanas? Mantener tal actitud en la mente y el corazón no es fácil. Todos tendemos a empaparnos de prejuicios, haciendo estereotipos de la gente. Por tanto, tenemos que trabajar con personas de mentalidad semejante a fin de difundir actitudes que permitan ver a todos los hombres y mujeres como iguales, como personas que se entiende han de vivir con dignidad humana.

Conectado con el cambio de actitud está el reto de ver áreas del mundo donde necesitamos actuar, áreas donde seres humanos son mirados con desprecio, privados de derechos humanos básicos, apartados de sus hogares, incluso expulsados de sus países. Hoy en día se nos demanda pensar globalmente y actuar localmente. Pero este es un congreso internacional. Por tanto, pienso que debemos mirar primero a la situación internacional y ver qué impacto, como congreso mundial, como organización mundial de alumnos/as jesuitas, podemos causar a nivel internacional. ¿Ayuda el mercado y el comercio internacional a vivir vidas más humanas a personas de países pobres? ¿Están ayudando o entorpeciendo el desarrollo de los países pobres las políticas del Banco Mundial? ¿Qué pueden hacer los alumnos/as jesuitas del primer mundo? ¿Qué pueden hacer los alumnos/as jesuitas en países en vías de desarrollo, como la India?

Es fácil para los alumnos/as jesuitas del primer mundo culpar de la situación a una pobre puesta en práctica de los gobiernos de los países en vías de desarrollo. Es fácil para los alumnos/as jesuitas en países en vías de desarrollo culpar a las naciones más ricas por los problemas de sus países. Hay, seguramente, puntos débiles en ambos lados y es necesario que ustedes, como alumnos/as jesuitas, vean lo que pueden hacer, como individuos, ciertamente, pero especialmente como un cuerpo internacional.

El Padre Arrupe comprendió las fuerzas conflictivas que caracterizan nuestro mundo. Hemos sido capaces de percibir las graves injusticias que están levantando en torno al mundo de hombres y mujeres una red de dominio, opresión y abusos que ahoga la libertad e impide a la mayor parte de la humanidad compartir la construcción y el disfrute de un mundo más justo y fraterno. Y, al mismo tiempo, en asociaciones de hombre y mujeres, entre la gente, hay una nueva y creciente conciencia, que les espolea a liberarse y a ser responsables de su propio destino. Cuando, movidas por aspiraciones tan legítimas, las personas trabajan duro para mejorar su condición pero se topan con resistencias por parte de intereses creados, surgen ira y resentimiento que pueden, con el tiempo, explotar. Por esto es por lo que el Papa Pablo VI dijo a las Naciones Unidas en su primera conferencia a este cuerpo mundial: "Si quieres paz, trabaja por la justicia". Quita la justicia del amor y destruirás el amor. No se tiene amor sino se ve al amado como una persona cuya dignidad ha de ser respetada, con todo lo que esto implica.

El Padre Arrupe fue muy específico:

Así como nunca estamos seguros de amar a Dios a menos que amemos a nuestros semejantes, nunca estamos seguros en absoluto de que tenemos amor a menos que nuestro amor se manifieste en trabajos de justicia. Y no me refiero a trabajos de justicia en un sentido meramente individual. Por este término quiero indicar tres cosas:

Primero, una actitud básica de respecto a todos los hombres que nos prohíbe usarlos como instrumentos para nuestro provecho.

Segundo, una firme resolución a no beneficiarse de posiciones de poder derivadas de un privilegio, ni a dejarse sobornar por ellas, ya que hacerlo, incluso de forma pasiva, es equivalente a una opresión activa. Dejarse drogar por el confort del privilegio es hacerse contribuidor de la injusticia, como beneficiarios silenciosos de los frutos de la injusticia.

Tercero, una actitud no simplemente de rechazo, sino de contraataque frente a la injusticia; una decisión de trabajar con otros hacia el desmantelamiento de estructuras sociales injustas, de modo que el débil, el oprimido, el marginalizado de este mundo pueda quedar libre.

Por tanto, estamos llamados, como antiguos estudiantes jesuitas, a humanizar el mundo.

El Padre Arrupe especifica lo que esto significa:

¿Qué es humanizar el mundo sino ponerlo al servicio de la humanidad?

Pero el egoísta no sólo no humaniza la creación material, sino que deshumaniza a los propios hombres. Cambia a los hombre en cosas al dominarles, explotarles, y tomando para si el fruto de su trabajo.

La tragedia de todo esto es que al hacerlo el egoísta se deshumaniza a sí mismo; se rinde a las posesiones que codicia; se convierte en su esclavo ya no una persona con dominio de sí misma, sino una no persona, una cosa dirigida por sus objetos y sus deseos ciego.

La espiral descendente de ambición, competición y autodestrucción se retuerce y expande sin cesar, con el resultado de que el egoísta está encadenado de un modo cada vez más firme a una progresiva, y progresivamente frustrante, deshumanización.

¿Cómo escapar de este círculo vicioso? Claramente, todo el proceso tiene sus raíces en el egoísmo en la negación del amor. Pero intentar vivir en amor y justicia en un mundo cuyo clima predominante es el egoísmo y la injusticia, donde el egoísmo y la injusticia están incorporados a las propias estructuras de la sociedad ¿no es una empresa estéril?

El mal es superado únicamente por el bien, el odio por el amor, el egoísmo por la generosidad. Es así que debemos sembrar justicia en nuestro mundo. Para ser justo, no basta con abstenerse de cometer injusticias. Uno debe ir más allá y rehusar participar en su juego, sustituyendo el autointerés por el amor como fuerza impulsora de la sociedad. Tal fue la enseñanza de Jesús, cuya vida y mensaje inspiró a San Ignacio de Loyola, Fundador de la Orden Jesuita. Este es también el mensaje fundamental de grandes maestros como Gandhi y Tagore; la inspiración de la vida y servicio de gente comprometida como la Madre Teresa de Calcuta.

''Palabras bonitas", podría usted decir, ¿pero cómo llevamos este principio de justicia a través del amor al nivel de la realidad, la realidad de nuestras vidas diarias? Cultivando en nosotros tres actitudes:

Primero, una firme determinación a vivir de un modo mucho más simple, como individuos, como familias, como grupos sociales; y de esta forma detener, o al menos frenar, la creciente espiral de competición social. Tengamos hombres y mujeres que se opongan resueltamente a la marea de nuestra sociedad de consumo. Hombres y mujeres que, en vez de sentirse impelidos a adquirir todo lo que tienen sus amigos, se apartarán de muchos de los lujos que en su entorno social se han convertido en "necesidades", pero que la mayoría de la humanidad ha de seguir adelante sin ellos. Y si esto produce un ingreso extra, mejor que mejor; que sea entregado a aquellos a los que las necesidades de la vida son aún lujos fuera de su alcance.

Segundo, una firme determinación a no sacar un beneficio, cualesquiera que sean, de fuentes claramente injustas. No sólo eso, sino que, yendo más allá, disminuir progresivamente nuestra participación en los beneficios de una economía y un sistema social en que las beneficios de la producción se añaden a los que ya son ricos, mientras que los costes de la producción caen pesadamente en el pobre.

Tercero, solidaridad con nuestros hermanos y hermanas menos afortunados. La solidaridad se aprende a través del "contacto", antes que a través de "conceptos". Cuando el corazón se siente tocado por la experiencia directa, puede retarse a la mente a que cambie. El compromiso personal con el sufrimiento inocente, con la degradación e injusticia que otros sufren es el catalizador para la solidaridad que hace surgir entonces a la investigación, la reflexión y la acción intelectual.

Descender de nuestros propios puestos de poder podría ser un curso de acción demasiado simple. Generalmente, esto sirve meramente para entregar toda la estructura social a la explotación del egoísta. Aquí precisamente es donde empezamos a sentir cuán difícil es la lucha por la justicia. Aquí es donde sus Alumni Jesuitas Consejeros pueden ayudarle en el proceso de encontrar la Voluntad de Dios incluso en circunstancias confusas, a través de un gran regalo que hemos recibido de nuestro fundador, San Ignacio. Me refiero al discernimiento Ignaciano. Este consiste en un proceso que nos ayuda a liberarnos para encontrar el plan que Dios tiene para nosotros y puede llevarnos a elegir libremente el mayor bien para nosotros y todos los hijos de Dios.

¿Cómo podemos medir nuestro éxito o fracaso? Una forma es mirar al objetivo de la Educación Jesuita. La búsqueda del desarrollo intelectual de cada estudiante hasta la plena medida de los talentos otorgados por Dios sigue siendo, justamente, un objetivo primordial de la educación jesuita. Su propósito no ha sido nunca hacer, simplemente, una provisión de conocimiento o preparar para un trabajo, aunque ambos sean importantes por sí mismos y útiles para líderes emergentes. El fin último de la educación jesuita es, en cambio, ese pleno crecimiento de la persona, que conduce a la acción. Este objetivo de acción, en base a una firme comprensión y avivado por la reflexión, mueve al estudiante a la autodisciplina y a la iniciativa, a la integridad y el esmero. Al mismo tiempo, considera a las formas de pensamiento descuidadas o superficiales indignas del individuo y, más importante, peligrosas para el mundo que está llamado a servir.

Está claro, entonces, que podemos evaluar eficazmente nuestra respuesta a la llamada de la Sociedad de Jesús para nuestros alumnos/as sólo en términos de lo que han hecho, no en términos de deseos o expresiones retóricas. San Ignacio nos enseña claramente que el amor se mide en acciones, no en palabras.

¿Qué han hecho los alumnos/as jesuitas desde 1973, el Congreso "Hombres y mujeres para los demás"? Tras algunos malentendidos iniciales, podemos señalar varios desarrollos realmente alentadores. Déjenme mencionar sólo unos pocos de los muchos notables trabajos concretos iniciados por antiguos estudiantes jesuitas en respuesta a la llamada de una mayor sensibilidad a la dignidad humana y la justicia.

Han dado como fruto varios proyectos sociales: establecer clínicas médicas gratuitas, construir escuelas, hogares y centros sociales para las familias menos afortunadas en la India y Nepal; trabajar valerosamente por la paz en Colombia, con frecuencia en medio de situaciones tensas y peligrosas; iniciar proyectos de ayuda a los pobres y en pro de los derechos humanos de la gente nativa de Australia; organizar servicio legal gratuito en Hong Kong para ayudar a buscadores de asilo vietnamitas que fueron a menudo rechazados sin el debido proceso legal, y en Brasil e Irlanda para proporcionar ayuda pro bono a gente en circunstancias difíciles, refugiados, gente que vive en la calle, y otros grupos marginalizados; comprometerse activamente en proyectos para familias pobres, gente nativa, viejos y enfermos, a través del Cuerpo de Voluntarios Jesuitas y el Cuerpo de Voluntarios Jesuitas de Estados Unidos.

Hemos contemplado las iniciativas pioneras en relaciones de hermanación en los generosos servicios personales y financieros ofrecidos por los Alumni Jesuitas de Gran Bretaña para la gente de Lituania y de la antigua Yugoslavia durante los desesperados días de la guerra y con posterioridad; y los esfuerzos de hermanación de la Federación Italiana de Alumni Jesuitas en su generosa ayuda a la gente de Albania.

Además, un gran número de alumnos/as sirven en Juntas de escuelas, colegios y universidades jesuitas, y sin contar que muchísimas instituciones educativas no podrían ofrecer sus servicios sin el apoyo financiero ofrecido generosamente por antiguos estudiantes.

Ciertamente, muchos, muchos alumni han tomado a pecho el reto del Padre Arrupe en sus acciones en pro de la dignidad humana y la justicia.

Por todo lo mencionado, y por todos sus esfuerzos en beneficio de sus hermanos y hermanas, localmente y a largo del mundo, les doy las gracias sinceramente.

Muchos avances se han hecho posibles mediante desarrollos relativamente recientes en federaciones de alumnos/as y especialmente en la Unión Mundial de Alumnos/as Jesuitas. En la última década se han puesto en marcha más estructuras funcionales, permitiendo que el Presidente de ustedes trabaje con el Concilio de la Unión Mundial en la promoción de claridad de propósito, trabajos reales de justicia y una participación más eficaz por parte de alumnos/as de todoslosrincones del mundo. Ustedes han demostrado su universalidad formalizando la rotación de estos congresos a lo largo del mundo. Ustedes han apuntado de forma realista la necesidad de regular el apoyo financiero para hacer posible las publicaciones y trabajos de su Unión Mundial. Están trabajando para hacer su presencia en defensa de la dignidad humana y la necesidad de los pobres más eficaz en asambleas regionales e internacionales. Mucho de esto es debido al excelente liderazgo que han depositado en el Dr. Ciro Cachione y luego en Mr. Fabio Tobon y el Consejo de la Unión Mundial. Sé por experiencia personal cuan generosos y comprometidos han sido el Dr. Cacchione y Mr. Tobon. Ustedes han experimentado las visitas y el aliento de Mr. Tobon en sus propios países. Esto es importante a la hora de efectuar la unión de mentes y corazones. Me uno a ustedes en el agradecimiento a sus líderes por su maravilloso servicio. Y confío en que continúen seleccionando líderesrealmente en base a su demostrado servicio desinteresado como hombres y mujeres dedicados a los demás.

Todos ustedes han hecho tantas cosas bien. Le doy gracias a Dios por ustedes. Pero conforme miren al futuro les pido que consideren y actúen sobre los principios que les recordé anteriormente en esta conferencia. Concretamente, les pido que pongan énfasis en:

1) Estar abierto al crecimiento. Un sabio ha dicho que ''una persona debe crecer o morir". Necesitamos programas continuos de reflexión, educación y formación continuas que nos abran a la hora de aplicar los valores y principios adquiridos de jóvenes en escuelas jesuitas a las desafiantes realidades del momento presente.

2) Decidir actuar. Proyectos para refugiados, para los pobres, en pro de la dignidad humana en todas sus ramificaciones están creciendo entre nuestros antiguos estudiantes. Pero además de estos excelentes trabajos, les pido que alcen su voz colectiva a niveles regional, nacional e internacional. Los alumni jesuitas necesitan clamar colectivamente como asociaciones, federaciones, confederaciones y como la Unión Mundial contra los abusos que destruyen la dignidad humana. Comprendo que ustedes se pronunciarán sobre algunas de estas áreas en sus sesiones claves – ética en los negocios/abuso de estándares morales que perpetúan y ahondan el abismo entre ricos y pobres- empobrecimiento de mujeres y de aquellos desposeídos a causa del fanatismo y de sistemas culturales - desigualdades sistémicas en lo tocante a oportunidades educativas - exclusión de emigrantes - opresión de gente indígena. Dichas preocupaciones claves no están limitadas a una u otra región o nación del mundo. Surgen casi en cualquier lugar y nos desafían a clamar por un mundo que respete la dignidad humana en todoslos hijos de Dios. Fracasar a la hora de conseguir hacernos oír en lossalones donde se toman decisiones claves que nos afectan a todos sería una grave oportunidad perdida que desafiaría nuestra propia misión como alumnos/as jesuitas hombres y mujeres para los demás. Instalarse en una complaciente nostalgia es indigno de cualquiera que sea un alumnus/a jesuita.

3) Conducir a los alumnos/as más jóvenes a una participación activa en las asociaciones de ustedes. En muchas partes del mundo el modelo típico de nuestros graduados es que después de completar sus estudios no volvemos a saber de ellos hasta que están relativamente bien establecidos. Esta no es una buena situación. Conforme los jóvenes dan sus primeros pasos en la vida profesional y comienzan a tener familias, sienten el desafío de muchos de los ideales que sostuvieron en las escuelas jesuitas. A veces se dan compromisos inseguros que pueden inhiben el pleno desarrollo de una persona joven. Es en este momento cuando se pueden ofrecer programas relativos a la ética en la vida profesional, actitudes maduras hacia la familia y las responsabilidades cívicas, y materias similares por parte de Asociaciones de Alunmi como pertinentes oportunidades educativas continuas para el crecimiento. Y desde el punto de vista de las asociaciones, las ideas frescas y las energías que pueden aportarlos alumni jóvenes no harán sino fortalecerla eficacia de ustedes.

Si ustedes están buscando un plan concreto de acción, puede que se decidan a fomentar más la propuesta discutida en el Congreso Mundial de Sydney: que alumnos/as establezcan un banco de expertos consistente en alumnos/as y personas de mentalidad similar. Así, podría haber un banco de doctores, de abogados, de periodistas, de profesores, de constructores, de economistas, de personas de negocio, de funcionarios del gobierno. Estos podrían estar disponibles para dar servicio en sus respectivos campos cuando fuera necesario. Tenemos un gran número de alumnos/as con talento, a menudo en puestos importantes dentro de su profesión, en los negocios y en el gobierno. Si este talento se aúna y explota, las asociaciones de alumnos/as jesuitas podrían marcar una verdadera diferencia en su localidad, su estado, su país.

Creo que puede hacerse mucho más para explotar el potencial para una mayor comunicación entre asociaciones de alumnos/as y con la sociedad en general Antes que nada, tenemos que reforzar la comunicación entre nosotros mismos. ¿Cómo pueden colaborar mejor los jesuitas y las asociaciones de alumnos/as?. ¿Cómo pueden las asociaciones de alumnos/as trabajar juntos a nivel nacional e internacional?. Como cuerpo internacional, ustedes seguramente querrán hacer más que reunirse una vez cada seis años. Elegirán representantes para la Unión Mundial. Elegirán miembros en los que tengan fe de que actuarán a nivel internacional. También prometerán su apoyo a sus esfuerzos. A niveles nacionales e internacionales, donde se alzan muchas voces conflictivas, muy a menudo la voz de la cordura y de la justicia no es escuchada por que no alzamosla voz. Sison ustedesrealmente una organización internacional, su voz debe escucharse en el foro mundial

Yo haré mi parte fomentando la ayuda a ustedes en este esfuerzo a través de los adecuados secretariados en nuestra Curía Jesuita en Roma y urgiendo a un mayor compromiso jesuita a nivel de grandes regiones geográficas con los que trabajan en educación, ministerios sociales, servicios al refugiado y espiritualidad. Los jesuitas estamos comprometidos a estar con y por ustedes en estos esfuerzos.

Y si se siente usted un poco inquieto hoy respecto a cómo puede medirse con el reto de sus responsabilidades como padres, como ciudadanos, como hombres y mujeres de fe para los demás, ¡sepa que no está solo!. Pero sepa, también, que por cada duda hay una afirmación que puede hacerse.

Porque las ironías de Charles Dickens están con nosotros incluso ahora. "Fue el peor de los tiempos, el mejor de los tiempos, la primavera de la esperanza, el invierno de la desesperación". Y, personalmente, estoy muy animado por lo que siento como un creciente deseo por parte de muchos, en países de todo el mundo, de perseguir con más vigor los fines de la educación jesuita que, si se comprenden adecuadamente, les conducirá a la unidad, no a la fragmentación; a la fe, no al cinismo; al respeto por la vida y la dignidad humana, no al expolio de nuestro planeta; a una acción responsable basada en un juicio moral, no a una timorata retirada o a un ataque temerario.

Estoy seguro de que saben que las mejores cosas de cualquier escuela no son lo que se dice de ellas, sino lo que viven allí sus Alumni. El ideal de la educación jesuita demanda una vida de intelecto, una vida de integridad, y una vida de justicia y amoroso servicio a nuestros compañeros y compañeras y a nuestro Dios. Es decir: una llamada al crecimiento, una llamada a la vida. ¿Quién responderá?. ¿Quién sino usted?. ¿Cuándo sino ahora?.

¡Que Dios les bendiga en su camino!. Gracias por su amable atención.

AlumniSJ
Administrador

«Ser el principal y mayor punto de encuentro de todos los Antiguos Alumnos Jesuitas del Perú y del Mundo, así como de los Alumnos, familiares, colaboradores y amigos de todas las instituciones educativas y obras jesuitas alrededor del mundo»... es nuestro mayor sueño.

Creemos que un Mundo Mejor es posible, seguimos el camino de San Ignacio a través de su deseo de “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, tratamos de ser verdaderos y dignos discipulos de Jesús, amigos, hermanos y compañeros de Jesús, siguiendo su ejemplo , el “hombre para los demás” por excelencia, que con su palabra y su ejemplo nos enseñó la fuerza transformadora del amor.