Valencia, Agosto 1 de 1973

Discurso del R.P. Pedro Arrupe S.J. en el Décimo Congreso Internacional de Exalumnos Jesuitas de Europa

Padre Pedro Arrupe SJ

Padre Pedro Arrupe SJ

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El Hombre para los Demás - Padre Pedro Arrupe SJ

Índice del artículo

Hace ya casi 46 años, el P. Pedro Arrupe SJ General de la Compañía de Jesús, pronunció un discurso histórico ante los Antiguos Alumnos de los Colegios Jesuitas de Europa.

El X Congreso Europeo de las Asociaciones de Antiguos Alumnos Jesuitas llegaba a su fin. Por la tarde del día 1 de agosto de 1973 se tenía solemnemente la sesión de clausura. Aprobadas las conclusiones, elegidos los nuevos cargos, formuladas algunas comunicaciones y pronunciados algunos discursos, el P. Arrupe tuvo, con la energía y el entusiasmo que le eran habituales y, si cabe, aún más, la siguiente conferencia.

El acoso y premura del tiempo no le permitió leerla íntegra, pero luego las Actas del Congreso la publicaron como estaba escrita.
 

INTRODUCCIÓN

A. PRESENTACIÓN DEL TEMA

a) El tema de la "educación para la Justicia" se ha convertido en los últimos años en una de las grandes preocupaciones de la Iglesia.

La Iglesia ha cobrado nueva conciencia de que la acción en favor de la justicia y la liberación de toda situación opresiva, y consiguientemente la participación en la transformación de este mundo, ya desde ahora, forman parte constitutiva de la misión que el Señor Jesús le confió ("La Justicia en el Mundo", nn. 6 y 37). Ello le impulsa a educarse (o mejor reeducarse) a sí misma, a sus hijos y a todos los hombres para ello.

b) Nuestra meta y objetivo educativo es pues formar hombres que no vivan para sí, sino para Dios y para su Cristo; para Aquél que por nosotros murió y resucitó; hombres para los demás, es decir, que no conciban el amor a Dios sin el amor al hombre; un amor eficaz que tiene como primer postulado la justicia. Este amor es además la única garantía de que nuestro amor a Dios no es una farsa o incluso un ropaje farisaico que oculte nuestro egoísmo. Toda la Escritura nos advierte de esta unión entre el amor a Dios y el amor eficaz al hermano.

c) Frente a esta tarea educativa de formar hombres que vivan eficazmente para los demás se alzan tremendos obstáculos.

El sistema educativo vigente (en la escuela y en los medios de comunicación) "fomentan un cerrado individualismo". En vez de concebir la formación como una capacitación para el servicio, se fomenta "una mentalidad que exalta la posesión" y que degrada a la escuela, al colegio y a la universidad a nivel de campo de aprendizaje de técnicas para escalar puestos, ganar dinero y situarse —a veces explotadoramente— sobre los demás. Finalmente —y esto es posiblemente lo más grave— el orden (o el desorden) establecido influyen de tal modo sobre las instituciones educativas y los medios de comunicación social, que éstos, en vez de fomentar "un hombre nuevo", sólo engendran reproducciones "de un hombre tal cual", es decir, de un hombre a su imagen" incapaz de ninguna transformación renovadora. (Id. n. 51)

B.  ACTITUD INICIAL

Después de este preámbulo, comprenderán que no le resulta fácil a un General de la Compañía de Jesús hablar a los Antiguos Alumnos de ella, es decir, a los hombres educados por nosotros. Como enseguida diré, abordo el tema con una actitud fundamental de gran confianza y con espíritu optimista. Creo que el ambiente nos permite también una gran sinceridad.

a) Apoyado en esa confianza y utilizando esa sinceridad, voy a responder a una pregunta que ya hace rato flota en el aire y que más de uno de vosotros se habrá ya hecho. ¿Os hemos educado para la justicia? ¿Estáis vosotros educados para la justicia? Respondo: Si al término "justicia", y si a la expresión "educación para la justicia" le damos toda la profundidad de que hoy la ha dotado la Iglesia, creo que tenemos que responder los jesuitas con toda humildad que no; que no os hemos educado para la justicia, tal como hoy Dios lo exige de nosotros. Y creo que puedo pediros también a vosotros la humildad de responder igualmente que no; que no estáis educados para la justicia, y que tenéis que completar la formación recibida. He aquí un aspecto profundo de la formación permanente. Sin embargo, creo que sí puedo aseguraros, que hace tiempo existe una gran preocupación en la Compañía. Más aún, que esa preocupación ha dado ya parcialmente sus frutos y que incluso por ellos hemos ya sido objeto de muchas incomprensiones y de más de una persecución.

b) El reconocimiento de nuestras limitaciones pasadas y actuales no nos impide —como hace poco os decía— abordar el tema ante vosotros con confianza y optimismo. Esa confianza y optimismo se apoyan en lo siguiente: a pesar de nuestras limitaciones y deficiencias históricas, creo que la Compañía os ha transmitido, creo que todavía vosotros conserváis y la Compañía conserva todavía, algo que constituye la esencia misma del espíritu ignaciano y que nos capacita para renovarnos continuamente: un espíritu de búsqueda continua de la voluntad de Dios, una agudizada sensibilidad espiritual para captar los matices con que Dios quiere que el cristianismo se viva en las diversas etapas de la historia.

Proposición -Transición

Mi aportación a este Congreso —cuyo texto completo se os ha proporcionado impreso— pretende solamente ayudaros a escuchar a Dios: a buscar juntos cuáles son hoy las exigencias que el Espíritu inspira a su Iglesia en esta materia de la Justicia y de la Formación para la Justicia.

Mi intervención oral voy a limitarla sustancialmente a una exposición parcial de la segunda parte. Ella trata directamente del tipo de hombre que hemos de formar, el tipo de hombre en que hemos de convertirnos, si queremos servir al ideal evangélico de justicia: el hombre para los demás, el hombre nuevo, "espiritual", es decir, llevado por el Espíritu que trasforma la faz de la tierra.

La primera parte trata directamente de la idea de justicia, tal como se ha perfilado, cada vez con mayor claridad, a la luz conjugada del Evangelio y de los signos de los tiempos. Ella proporciona —como podréis ver en el texto impreso— la base teológica de muchas de las afirmaciones de la segunda parte.

AlumniSJ
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«Ser el principal y mayor punto de encuentro de todos los Antiguos Alumnos Jesuitas del Perú y del Mundo, así como de los Alumnos, familiares, colaboradores y amigos de todas las instituciones educativas y obras jesuitas alrededor del mundo»... es nuestro mayor sueño.

Creemos que un Mundo Mejor es posible, seguimos el camino de San Ignacio a través de su deseo de “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, tratamos de ser verdaderos y dignos discipulos de Jesús, amigos, hermanos y compañeros de Jesús, siguiendo su ejemplo , el “hombre para los demás” por excelencia, que con su palabra y su ejemplo nos enseñó la fuerza transformadora del amor.