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La Persona Comprometida

«Comprometidos, porque, siendo compasivos, se empeñan honestamente y desde la fe, y con medios pacíficos, en la transformación social y política de sus países y de las estructuras sociales para alcanzar la justicia». (P. Nicolás, Medellín, 2013)

Como nos dice claramente el P. Nicolás, ser comprometido está inseparablemente asociado a ser compasivo.

La Declaración final de SIPEI define a la persona comprometida diciendo: «La persona comprometida es una persona de acción valerosa. A través de nuestra apertura hacia la guía del Espíritu y la compañía con Jesús, él o ella podrá discernir las necesidades más urgentes de nuestros tiempos, para que nuestras maneras de servir sean tan ricas y tan profundas como nuestras maneras de amar. Constatamos que un compromiso ecológico para la reconciliación y sanación de la tierra, junto con el compromiso hacia la justicia social, son necesidades urgentes en la medida en que afectan a todas las personas del planeta».

El P. Carver identificó nuestra necesidad de un compromiso significativo con el medio ambiente como una «necesidad urgente de nuestros días» (Persona Comprometida, SIPEI, Manresa, 2014). El SIPEI nos recordó apropiadamente que como red global, las escuelas Jesuitas todavía no han dado una respuesta adecuada a este llamamiento hecho en las Congregaciones Generales del pasado. Este llamamiento exige a nuestras escuelas que trabajen cada vez más como red global para responder a un reto que, en sus raíces, impacto y solución, es realmente global. Cuidar del medio ambiente impulsará nuestras escuelas a trabajar estrechamente y de manera global.

Este compromiso esencial con la ecología no se puede entender como la debilitación o la substitución de una fe que promueve la justicia. Al contrario, se tiene que entender como una parte integral de este servicio.

La educación de la persona comprometida según la perspectiva ignaciana requerirá que nuestras escuelas ofrezcan a los alumnos experiencias transformadoras para ayudar a formar corazones y mentes expansivos, y personas realmente solidarias con todos los que sufren, los desfavorecidos y los oprimidos. Estas experiencias, informadas por los valores del evangelio, tendrían que llamar a las escuelas Jesuitas/Ignacianas a reflexionar profundamente sobre cómo educamos, por qué educamos, y qué importancia tiene crear y mantener estructuras educativas, currículos y entornos que  encarnen el tipo de compromiso que queremos ver en nuestros alumnos: tenemos que educar con el ejemplo.

Fuente: Secretariado de Educación, Compañía de Jesús. Roma Febrero de 2015

AlumniSJ
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«Ser el principal y mayor punto de encuentro de todos los Antiguos Alumnos Jesuitas del Perú y del Mundo, así como de los Alumnos, familiares, colaboradores y amigos de todas las instituciones educativas y obras jesuitas alrededor del mundo»... es nuestro mayor sueño.

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