Barcelona, España 14 de julio de 2022

Los antiguos alumnos de la Compañía de Jesús invitados a ser compañeros en la misión de reconciliación y justicia en nuestro mundo actual

Escrito por
Discurso del P. Arturo Sosa SJ en el X Congreso de la Unión Mundial de Antiguos Alumnos de la Compañía de Jesús (WUJA) - 2. Invitación a ser compañeros en la misión de justicia y reconciliación

Índice del artículo

2. Invitación a ser compañeros en la misión de justicia y reconciliación

11. Sentados, como estamos, en los mismos bancos de nuestra identidad de antiguos alumnos, aprovecho para reiterar la invitación a unirse con pasión, creatividad, energía e identidad propia a la misión de reconciliación y justicia que la Iglesia le ha confiado a la Compañía de Jesús hoy.

12. ¿En qué consiste esta invitación? Volvamos a Ignacio, aquel hombre que con sus búsquedas interiores desatadas por la bala de cañón en Pamplona nos ha mostrado el camino de lo que verdaderamente significa ser una persona para los demás; una persona que como bien lo indicó el P. Peter-Hans Kolvenbach es también una persona con los demás resaltando algo que el P. Arrupe tanto insistía: no podemos ser más sin los demás. La vida del ser humano solitario, individualista, tantas veces idealizada en nuestras culturas actuales, es una vida despojada del color y la profundidad que nos regala la vida-con-otros, en comunidad. El encuentro personal con Jesús, lleva a relacionarse con otros como hermanos y hermanas, a constituir la comunidad, al interior de la cual aprendemos a afrontar las diferencias, reconocer los dones y problemas, resolver los conflictos a través del diálogo, la justicia y la reconciliación.

13. La experiencia de la pandemia del Covid-19 y los repetidos fracasos por superar la violencia, la guerra, como medio de resolución de conflictos, por encontrar el camino para detener el deterioro del medio ambiente… podemos vivirla como oportunidad de cambiar actitudes, métodos de toma de decisiones colectivas y estructuras sociales para asegurar el Bien Común. Sabemos bien que tanto Ignacio como Arrupe descubrieron que la verdadera persona para los demás se revelaba plenamente en Jesús, el hombre que pasó haciendo el bien, y que llegó al extremo de dar la vida por los demás para abrirnos a todos las puertas de la vida en plenitud. Durante el año ignaciano que estamos celebrando nos hemos propuesto ver todas las cosas nuevas en Cristo, pues solo así nos disponemos a aprovechar la oportunidad histórica que se nos brinda y podremos ofrecer la esperanza de avanzar hacia una humanidad reconciliada entre sí, con el medio ambiente y con Dios, uno de los temas centrales de este Congreso. Como afirma la Congregación General 36ª de la Compañía de Jesús (2016) “aunque hablamos de tres formas de reconciliación, en realidad las tres son una única acción de Dios, interrelacionada e inseparable.” (D. 1, No. 21)

14. De este modo, están mostrando su deseo de dar un paso importante en la dirección marcada por los Padres Arrupe y Kolvenbach, en la expresión de personas para y con los demás. Es el modo concreto de reconocer como el don recibido a través de la educación de la Compañía de Jesús es para ser compartido con todas las personas que desean trabajar en este proyecto de reconciliación y justicia. Para ser claros, estamos en sintonía con la inspiración que el Espíritu Santo dio a la Iglesia a través del Concilio Vaticano II, que el P. Arrupe convirtió en proyecto para la Compañía de Jesús que se ha ido profundizando, adaptando y renovando para responder a los continuos desafíos del cambio de época que vive la humanidad. La espiritualidad ignaciana nos llama siempre a este discernimiento continuo que arranca con el reconocimiento de nuestro contexto, de sus desafíos y posibilidades.

15. Ustedes han indicado en su convocatoria algunos elementos importantes de los desafíos que afrontamos como humanidad hoy: las migraciones, la crisis ecológica, el desafío de la tecnología, el papel de la mujer. Nuestra reciente congregación general también reconoció nuestro desafiante contexto:
“Por una parte contemplamos la vibración de la juventud que busca una vida mejor, el gozo de muchos ante la belleza de la creación y las múltiples formas en las que muchos ponen sus propias cualidades al servicio de los demás. Sin embargo, también vemos que nuestro mundo enfrenta hoy múltiples carencias y desafíos. En nuestras mentes permanecen las imágenes de poblaciones humilladas, golpeadas por la violencia, excluidas de la sociedad y marginadas. La tierra soporta el peso del daño que le hemos causado los seres humanos. Nuestra misma esperanza está bajo amenaza y su lugar han venido a ocuparlo el miedo y la rabia.” (D.1, No. 1)

16. La pandemia del COVID-19 que todavía nos afecta no ha hecho sino exacerbar las heridas del planeta y la humanidad hasta tal punto que, aunque por un lado celebramos con orgullo los increíbles progresos tecnológicos, que incluso han posibilitado el desarrollo de vacunas en un tiempo récord, por el otro lado encontramos una humanidad agotada, sin horizonte, carente de verdadera esperanza y alegría. Es en verdad una humanidad herida que a pesar de sus progresos parece no encontrar el rumbo. La profunda crisis ecológica que vivimos, con el cambio climático que conlleva y los enormes desafíos, contribuyen a este sentido de desesperanza. El Papa Francisco ha hecho un análisis profético en su encíclica Laudato Si’ y nos ha recordado que la crisis ecológica y social no se deben separar sino entender como “una sola y compleja crisis socioambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.” (No.139)

17. Hoy pues el compromiso por la justicia adquiere también un tono ambiental que antes no tenía. La madre tierra, como lo afirma el Papa Francisco, “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes.” (LS 2)

18. Hoy pues la persona para y con los demás debe también ser una persona para y con la creación. Una persona para y con los demás es una persona que descubre en todo lo creado el rostro de Dios. El Papa Francisco tomó su nombre de aquel hombre, Francisco de Asís, que supo descubrir en el sol y la luna, en el lobo y el cordero sus hermanos y hermanas. La invitación es pues a hacernos personas para y con los demás seres humanos y todo lo creado. Así como no podemos ser más sin los demás, no podemos ser más sin una relación más armónica con la creación. Esto nos conllevará a la conversión también ecológica de la que habla el Papa Francisco, una conversión “que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa.” (No. 217) Pero el Papa advierte bien que esta conversión exige un esfuerzo que va más allá del esfuerzo individual. “La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria.” (LS 219)

19. En Fratelli Tutti el pontífice explica que “cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un ‘nosotros’ que habita la casa común.” (FT 17) Más adelante en la misma encíclica el Papa explica que este ‘nosotros’ no se refiere a un grupo cerrado de amigos o grupos autorreferenciales sino a un nosotros en expansión que llega a abarcar a todos y que en el concierto internacional implica aceptar el destino común que todos compartimos como humanidad: “el número cada vez mayor de interdependencias y de comunicaciones que se entrecruzan en nuestro planeta hace más palpable la conciencia de que todas las naciones de la tierra [...] comparten un destino común.” (FT 96)

AlumniSJ
Administrador

«Ser el principal y mayor punto de encuentro de todos los Antiguos Alumnos Jesuitas del Perú y del Mundo, así como de los Alumnos, familiares, colaboradores y amigos de todas las instituciones educativas y obras jesuitas alrededor del mundo»... es nuestro mayor sueño.

Creemos que un Mundo Mejor es posible, seguimos el camino de San Ignacio a través de su deseo de “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, tratamos de ser verdaderos y dignos discipulos de Jesús, amigos, hermanos y compañeros de Jesús, siguiendo su ejemplo , el “hombre para los demás” por excelencia, que con su palabra y su ejemplo nos enseñó la fuerza transformadora del amor.